Cita con Clio
FRASE. “Toda civilización que ha existido, al fin se ha desplomado. La historia es una
narración de esfuerzos que fracasaron, o aspiraciones que no se realizaron. Por eso, como
historiador, uno tiene que vivir con un sentido de lo inevitable de la tragedia.” Dr. Henry A.
Kissinger.
APUNTES DEL PASADO. Hacia el norte: el viaje de Wenceslao Link (1766). –“Hechos los
preparativos salió de Adac el padre Link en febrero de 1766 acompañado de un teniente, de
quince soldados y de un competente número de neófitos, y se encaminó hacia el Norte por entre
las montañas y el mar Pacífico. Caminaron algunos días por una tierra no tan montañosa y áspera
como el resto del país de los cochimíes, pero tan estéril y árida que apenas había agua potable
para los viajeros y las bestias. Pasando adelante encontraron un terreno abundante en pastos, con
un arroyo y varios manantiales, cuya agua, aunque no alcanzaba para regar sementeras, bastaba
para abrevar un número considerable de cabezas de ganado mayor, que podían mantenerse allí.
Este lugar fue llamado San Juan de Dios, acaso porque fue descubierto el 8 de marzo en que se
celebra la fiesta de este santo; más para que fuese útil se necesitaba hallar a poca distancia otro
donde pudiese plantearse la misión. Se halló cuatro leguas más adelante, donde había un arroyo
copioso, cuya agua podía regar fácilmente el terreno labrantío que había en sus dos costados.
Había además muchos pinos, guaribos y otras especies de árboles útiles para fabricar, que faltaban
en todas las otras misiones de la California a excepción de las meridionales. Este lugar, situado a
cosa de 32º y llamado por los indios Guiricatá, les pareció a nuestros viajeros distante de Adac
cuarenta leguas, aun por el camino más corto que fuese posible.
Continuando su viaje hasta los 33º o poco más, observaron que desde San Juan de Dios
hacia el Norte la tierra aparecía menos desagradable porque tenía más abundancia de agua y
vegetales y sus habitantes eran más afables y menos espantadizos. Es verdad que a la primera vez
huían por el espanto que les causaba aquella gente extraña que entraba en su país, y mucho más
los caballos, que jamás habían visto; pero luego que los neófitos de la comitiva les aseguraban que
no les harían ningún mal, volvían sin temor, se acercaban confiadamente a nuestros viajeros,
respondían amigablemente a todas sus preguntas, les manifestaban los lugares en que había agua
potable y los acompañaban parte del camino. Habiéndose puesto en fuga una de aquellas tribus
bárbaras al ver la comitiva, la viuda de un indio principal de la misma tribu, sin atemorizarse ni
moverse del lugar donde estaba, los llamó diciéndoles que viniesen a ver si aquellos hombres eran
verdaderamente amigos como lo parecían. Hallándose segura de esto, trató a sus huéspedes con
maneras tan corteses, que no parecía educada en los bosques, sino en alguna ciudad. El capotillo
de pieles que traía puesto, más nuevo y hermoso que los de las otras mujeres, el aire señoril que
manifestaba en todas sus acciones, y sobre todo, la diferencia y respeto con que la trataban todos
los de su tribu, persuadieron a nuestros viajantes que sería verdaderamente señora de aquellos
indios, lo que era tanto más admirable cuanto más envilecido se hallaba el sexo femenino en el
resto de la California. Otra tribu de bárbaros mostró un valor superior al de los otros californios. Al
ver ellos que se acercaban algunos soldados que se habían adelantado a sus compañeros, tomaron
sus arcos, empuñaron las flechas y se pararon intrépidamente de frente, sin manifestar ningún
temor a las armas y caballos de los soldados. No pudiendo éstos tranquilizarlos con razones
porque ignoraban la lengua y estándoles prohibido hacer uso de sus armas, tomaron el partido de
retroceder, hasta que, habiendo llegado un intérprete, manifestó a los bárbaros que aquellas
gentes no habían ido a hacerles ningún mal, lo cual bastó para apaciguarlos y para que tratasen
como amigos a aquellos extranjeros.
En aquel país se vieron algunas cabañas de madera labrada, lo que da a entender que sus
habitantes son más laboriosos e industriosos que los otros californios; mas estas cabañas estaban
desiertas, y por eso se creyó que no las habrían fabricado para habitarlas permanentemente, sino
para refugiarse en tiempo de frio, porque no es allí rara la nieve en invierno, y nuestros viajeros
vieron nevar en abril.
Luego que estos creyeron que se hallaban en la latitud del río Colorado, caminaron hacia el
Oriente para pasar los montes y bajar a las bocas del río; pero los montes eran tan riscosos y
escarpados que no podían trepar los caballos. Se desviaron de allí para buscar un paso menos
malo, y dieron en un arenal tan grande, que faltándoles agua y temiendo que los caballos se
inutilizasen con la demasiada fatiga, determinaron abandonar por entonces la empresa para
acometerla de nuevo el año siguiente, y se volvieron a Adac en pocos días”.
FUENTE CONSULTADA: Clavijero, Francisco Xavier, Historia de la Antigua o Baja
California, colección “Sepan cuántos…” No. 143, Editorial Porrúa, 1975.
*) Licenciado en Administración Pública y Ciencias Políticas por la Facultad de Ciencias Sociales y
Políticas de la UABC y, en Historia por la Facultad de Ciencias Humanas de la UABC. Investigador
del Archivo Histórico del Municipio de Mexicali. IMACUM. Email: lerdok57@hotmail.com.
Facebook: Francisco Javier Palacios Flores.