El Amor

ROGELIO AROS GUZMÁN

Policromo

ROGELIO AROS GUZMÁN



El amor es la solución a todos los conflictos personales o de grupo, a todas las guerras, a todos los problemas que padecemos los seres humanos. Es el antídoto de todos los males que pululan en nuestros tiempos.

Cuando se ama, se ven las cosas de manera diferente. Cuando se es amado, se ven aún mejor. Es por eso que el amor es el valor ético y universal por excelencia, pues su presencia en el corazón y en las acciones de los seres humanos, los convierte en personas benéficas para la humanidad. En seres apreciados por la comunidad y por el Creador.

Por el contrario, cuando hay ausencia de amor, existe el odio, la envidia, la traición, la falta de solidaridad, la ausencia de compasión, la maldad, la explotación, y una serie de sentimientos y acciones de los seres humanos que los denigran y los convierten en seres por debajo de las bestias salvajes, con el debido respeto para estos seres vivos que actúan por instinto y no por maldad.

Cuántas veces hemos visto crímenes horrendos de jóvenes o adultos que con una saña inaudita privan de la vida a otro ser humano. Cuántas veces hemos visto la maldad que hay en muchos integrantes de los cuerpos de seguridad que con desprecio y odio tratan a aquellos que por infortunio cayeron en garras de la drogadicción y la delincuencia. Y cuántas veces no hemos visto despojos y odios entre los mismos integrantes de una familia, incluso hermanas o hermanos, de una manera inhumana.

A través de estudios psicológicos en la materia se ha comprobado que los crímenes más horrendos los han cometido aquellos seres en cuyo seno familiar hubo ausencia de amor, traducido en desatención e indolencia familiar, desprecio, falta de afecto y cariño, golpes, malos tratos, abuso físico y sexual, carencias, hambre o miseria.

La humanidad ha pasado por situaciones inauditas como el intento de exterminio de los judíos por parte de Hitler. Por guerras insensatas como la guerra de Vietnam, las Guerras Mundiales I Y II, la de Corea, la del Golfo Pérsico, y otras tantas tragedias que han sumido a la humanidad precisamente en el desamor. 

Es claro que si no se hubiera abusado de los seres humanos, no se habrían presentado tantas guerras. Que si no existieran tantos intereses torcidos y manipulaciones gubernamentales perversas, no habría tantas luchas armadas insensatas, crueles y perversas. 

Es que quien ama no puede abusar de otros. Quien ama no puede asesinar a otro ser humano. Aquel  o aquella que ama, no puede explotar o traicionar al otro. Quien ama, respeta y es tolerante. Quien ama no traiciona. Quién ama no odia.

En cambio, quien no ama a sus hermanos o hermanas, a sus padres, a sus familiares, a sus amigos, a sus congéneres, a las plantas, a los animales, a la naturaleza, es alguien envilecido por la presencia de antivalores que lo convierten o reducen a “un vil ser vivo”, mas nunca en un ser humano completo, pues la ausencia de este valor universal por excelencia, lo sume en la desgracia y en la infelicidad; en el desprestigio y en la reprobación social.

Por eso es tan importante que las familias y las sociedades enseñen a sus miembros a amar, a tener compasión por los demás, a respetar a todo mundo, a entender que si no hay amor, nada hay de valor, y que es esa ausencia de amor en el ser humano, independientemente de los desastres naturales, la causa principal de todos los males de nuestra sociedad. Ya lo decía Jesucristo: “El amor al dinero es raíz de toda clase de males”.

Grandes ejemplos hemos visto de maestros iluminados quienes han dado muestra de su amor incondicional por la humanidad y con su obras y acciones hemos podido contener el mal, el caos y la destrucción total de la humanidad.

Gandhi, Buda, Jesucristo, Martin Luther King, la Madre Teresa, y tantos otros héroes y guías espirituales que con la fuerza del amor lograron influir en la humanidad, demostrando que con ese sentimiento maravilloso, ese valor ético, social y universal, las peores catástrofes pueden evitarse y los más grandes problemas pueden resolverse.

En consecuencia querido ser humano, ame a los demás porque no hay una fuerza más poderosa que el amor. Al amor nada lo vence. Ni la fuerza física ni los elementos de la naturaleza. Es una fuerza sobrehumana descomunal y generosa cuyo ejercicio nos conduce indefectiblemente hacia la paz y la armonía. Hacia mejores condiciones de vida y convivencia social, y, desde luego, a la justicia, al orden, al bien común y a la felicidad. “Porque fuerte como la muerte es el amor”, (Cantares de Salomón 8:6).

Solo quienes no han amado y no aman pueden ser malos. El amor representa al bien y el desamor al mal. Es preciso que los que amamos, amemos más, y quienes no  tienen la dicha de amar, empiecen a amar y se darán cuenta de que sus vidas se transformarán, pues el que ama es feliz. Quien ama ve la vida de colores intensos y maravillosos. Quien ama se carga constantemente de energía positiva. Quien ama es dichoso. Quien ama a los seres humanos, a los animales y a la naturaleza, se ama a sí mismo y además; ama a Dios, no importa el concepto que se tenga de él. Amémonos todas y todos los unos los otros y ya verán que las cosas cambiarán. Les amo.