La inteligencia artificial en el derecho

Seguramente todos hemos oído hablar de la inteligencia artificial o “IA”, y el como es que ha estado ganando terreno en varios campos de especialidad profesional, como el derecho, pero poco sabemos realmente que es y de que trata esta, ni de que manera impactará en dicha profesión.

No existe una definición uniforme de IA. En 1956, el experto en informática, John McCarthy, acuñó dicho término. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la definió como, la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje y el razonamiento lógico.

Para Howard Gardner (Psicólogo, investigador y profesor de la universidad de Harvard, conocido por haber formulado la teoría de las inteligencias múltiples), la IA es la capacidad para resolver problemas cotidianos, generar nuevos problemas para resolver, y para crear productos u ofrecer servicios valiosos dentro del propio ámbito cultural.

En otras palabras, la IA es el concepto según el cual “las máquinas piensan como seres humanos”.

Se trata de la combinación de algoritmos, planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano para interpretar correctamente datos externos, aprender de ellos y emplear ese conocimiento para lograr tareas y metas concretas a través de la adaptación.

La IA se distingue de los programas informáticos comunes en que, en tanto que estos últimos sólo siguen una lista de órdenes que le dice que hacer, por ejemplo: realizar una determinada operación matemática, escribir el resultado en pantalla, reproducir un sonido en específico, si pasa esto, hacer aquello, si hay un fallo, escribir el mensaje “Ha sucedido un error”, etc., la IA no recibe órdenes para obtener un resultado, sino que es ella la que, con unos datos de entrada, debe arreglárselas para obtener estos.

La IA debe aprender a realizar una tarea mediante un procedimiento cognoscitivo de falla y acierto (como el ser humano), e irá mejorando sus aciertos conforme más entrene, para finalmente, ser capaz de trabajar ella sola sin recibir órdenes, simplemente entregándole los datos de entrada podrá generar un resultado sin que exista una lista de órdenes o programa que le diga los pasos que tiene que realizar.

La IA utiliza millones de neuronas artificiales que reciben datos de entrada, a las que se les aplica una serie de operaciones matemáticas y funciones de activación, con lo cual generan resultados, creando así “Redes Neuronales Artificiales”, o “RNA”.

Lo que diferencia en sí a la IA de un programa informático es que, no sigue órdenes, sino que asocia y cambia su entradas y salidas mediante el aprendizaje y error, según la tarea encomendada.

La RNA pueden realizar un aprendizaje profundo para aprender usando capas de información cada vez más abstractas (similar a como lo hacemos los humanos).

La inteligencia artificial aplicada al derecho se ha orientado a varias grandes áreas, tales como a modelos para la argumentación y la toma de decisiones, clasificación y extracción de entidades de textos legales y creación y planificación de un sistema legislativo.

Sin embargo, la vaguedad, ambigüedad y textura abierta del lenguaje jurídico aumentan la dificultad de comprensión de las consultas formuladas a la IA. Hasta la fecha, este obstáculo no se ha podido superar satisfactoriamente.

Desde la óptica muy personal de su servidor, la inteligencia artificial no pretende reemplazar al ser humano en el campo jurídico, de hecho, no lo podría hacer, ya que la naturaleza del razonamiento humano conjuga valores, sentimientos, emociones, inquietudes, tribulaciones y sensibilidad tales que, resultaría imposible alcanzar de manera artificial. Lo que hace esta es, facilitar y agilizar la labor del abogado, pero de ninguna manera sustituirlo.

Lo que sí resulta innegable, es que la implementación de la IA en el Derecho implica un cambio de paradigma en la profesión jurídica, a la cual, tendremos, los que nos dedicamos a este oficio, adaptarnos o correr el riesgo de quedar obsoletos.

Como siempre un placer saludarlo, esperando que estas pocas letras hayan sido de su agrado y, sobre todo, de utilidad ¡Hasta la próxima!