La perspectiva de género
PERSPECTIVA
No estoy tan segura de que esté haciendo lo correcto en esta columna, no tanto por el tema, sino porque para sustentarlo he de contar una anécdota, que dicho en términos modernos, “se ha hecho viral” en el lugar donde trabajo, un canal de televisión, en la sección de noticieros.
Pero he de contar la pequeña historia porque he encontrado en ella, un ejemplo real de esta confrontación, si puede llamarse de esa manera, que hombres y mujeres vivimos actualmente.
Antes de contarla, debo decir, que me ha animado a hacerlo, el hecho de que en las campañas políticas en nuestro estado, la presencia de mujeres es amplia y notoria, pero no por decisión espontánea, ni selección abierta y libre, sino por la imposición que las nuevas leyes electorales exigen.
Brusco el cambio, aceptada la regulación, pero quizás para muchos, sólo “de dientes para afuera”.
Y no sólo en la política, sino en todos los ámbitos, ya vienen las leyes de paridad que exigen que las mujeres estén en todas partes al 50 % y esto ha sido motivo de regocijo para las feministas, yo, debo decirlo, es hora de que no tengo una noción clara del término feminismo y entre más leo sobre eso, más me enredo.
Y es que en las reuniones a las que voy con las feministas, abundan las “especialistas de género”, con cifras, datos y protestas sobre todo, pero hasta ahora nunca he escuchado ninguna sola idea que surja de las demandas de las otras mujeres, las de abajo, las que nunca han escuchado el término feminismo, no las de título universitario, maestrías y diplomas de cursos especializados.
Estas expertas en género rechazan o por lo menos no toman en cuenta los aportes de las mujeres que no tienen ni la menor idea de lo que es la perspectiva de género, pero que sí con su trabajo y su misma vida, suman experiencias a lo que es la realidad de las mujeres en este país.
¡La anécdota, pues! Que se acaba el espacio y no la he contado.
He allí, que una reconocida feminista acudió a un programa de televisión donde trabajo y un compañero camarógrafo se acercó a ella para colocarle el micrófono.
Esto es una práctica común, el micrófono lo coloca el profesional para evitar contactos con ropa o bisutería que ocasiona ruido.
Cuando el compañero intentó hacerlo, fue rechazado con violencia por la feminista que le dijo que no tenía ningún derecho a tocarla y agregó: “Así inician los feminicidios” Mis compañeros están muy molestos pues se sienten ofendidos y yo comenté la anécdota en mi programa si dar nombres por supuesto, pero mi compañero de conducción sí lo dijo, como al desgaire y en voz baja, pero lo dijo, la feminista lo escuchó y ahora quiere ir a la televisión, exige su derecho de réplica.
Estoy en un lío, soy mujer pero apoyo a mis compañeros varones.
Yo no sé si el derecho de réplica vaya a acabar en un desaguisado peor y ante la teleaudiencia.
Ellos están calentando motores y aunque nunca salen a cuadro están dispuestos a hacerlo con tal de defender su posición.
Pues hasta allí llega mi comentario de perspectiva de género.
Ya les contaré la continuación de la historia y el espectáculo que seguramente daremos.
Pero he de contar la pequeña historia porque he encontrado en ella, un ejemplo real de esta confrontación, si puede llamarse de esa manera, que hombres y mujeres vivimos actualmente.
Antes de contarla, debo decir, que me ha animado a hacerlo, el hecho de que en las campañas políticas en nuestro estado, la presencia de mujeres es amplia y notoria, pero no por decisión espontánea, ni selección abierta y libre, sino por la imposición que las nuevas leyes electorales exigen.
Brusco el cambio, aceptada la regulación, pero quizás para muchos, sólo “de dientes para afuera”.
Y no sólo en la política, sino en todos los ámbitos, ya vienen las leyes de paridad que exigen que las mujeres estén en todas partes al 50 % y esto ha sido motivo de regocijo para las feministas, yo, debo decirlo, es hora de que no tengo una noción clara del término feminismo y entre más leo sobre eso, más me enredo.
Y es que en las reuniones a las que voy con las feministas, abundan las “especialistas de género”, con cifras, datos y protestas sobre todo, pero hasta ahora nunca he escuchado ninguna sola idea que surja de las demandas de las otras mujeres, las de abajo, las que nunca han escuchado el término feminismo, no las de título universitario, maestrías y diplomas de cursos especializados.
Estas expertas en género rechazan o por lo menos no toman en cuenta los aportes de las mujeres que no tienen ni la menor idea de lo que es la perspectiva de género, pero que sí con su trabajo y su misma vida, suman experiencias a lo que es la realidad de las mujeres en este país.
¡La anécdota, pues! Que se acaba el espacio y no la he contado.
He allí, que una reconocida feminista acudió a un programa de televisión donde trabajo y un compañero camarógrafo se acercó a ella para colocarle el micrófono.
Esto es una práctica común, el micrófono lo coloca el profesional para evitar contactos con ropa o bisutería que ocasiona ruido.
Cuando el compañero intentó hacerlo, fue rechazado con violencia por la feminista que le dijo que no tenía ningún derecho a tocarla y agregó: “Así inician los feminicidios” Mis compañeros están muy molestos pues se sienten ofendidos y yo comenté la anécdota en mi programa si dar nombres por supuesto, pero mi compañero de conducción sí lo dijo, como al desgaire y en voz baja, pero lo dijo, la feminista lo escuchó y ahora quiere ir a la televisión, exige su derecho de réplica.
Estoy en un lío, soy mujer pero apoyo a mis compañeros varones.
Yo no sé si el derecho de réplica vaya a acabar en un desaguisado peor y ante la teleaudiencia.
Ellos están calentando motores y aunque nunca salen a cuadro están dispuestos a hacerlo con tal de defender su posición.
Pues hasta allí llega mi comentario de perspectiva de género.
Ya les contaré la continuación de la historia y el espectáculo que seguramente daremos.