Thomas Paine, López Obrador y la Revolución

Plaza Cívica

Las ideologías políticas de izquierda y derecha tienen sus propios sistemas de ideas y,

con ello, sus propios vocabularios. Dos ideas y palabras que esencialmente los definen

son “revolución” y ”reforma”, respectivamente, y analizar ambos términos en el actual

contexto político mexicano nos ayudaría a comprender de mejor manera la

idiosincrasia y las políticas públicas perseguidas por la actual administración federal.

Uno de los intelectuales conservadores estadounidenses más reconocidos

actualmente, Yuval Levin, escribió un aplaudido libro titulado El Gran Debate: Edmund

Burke, Thomas Paine y el Nacimiento de la Derecha y de la Izquierda. Como su título lo

sugiere, los debates modernos entre ambas ideologías políticas tienen sus raíces

intelectuales en el pensamiento y los debates ocurridos entre estos dos titanes del

pensamiento político. Un capítulo del libro se denomina Revolución y Reforma, de

donde tomamos el título de este artículo y el cual nos ayuda enormemente a explicar

la personalidad de Andrés Manuel López Obrador. En los siguientes pasajes nos

concentraremos en el intelectual de izquierda, Thomas Paine, así como en la parte

Revolución del capítulo comentado y examinaremos distintos temas.

Régimen. El autor nos dice que “Paine creía... que un régimen profundamente corrupto

o roto necesita ser reemplazado en lugar de reparado”. Un tema constante de AMLO es,

precisamente, la intrínseca corrupción de los gobiernos pasados, la inverosimilitud de

las reformas para cambiar al país y, por ende, la necesidad de un “cambio de régimen”.

Por ello su admiración a las etapas históricas de México donde efectivamente hubo un

cambio de régimen, y por eso el título de Cuarta Transformación: aunque se abstienen

de decir “revolución” porque la palabra tiende a asociarse a movimientos armados, se

dice “transformación”, una palabra más radical que “reforma”.

Leyes. Cambiar las leyes en ocasiones es insuficiente, y el autor escribe que Paine

pensaba que “Solo cuando el régimen es tan fundamentalmente corrupto como para

hacer imposible la idea de una buena ley, se requiere una acción más extrema”.

Ciertamente en aquellos tiempos se tenía en mente la revolución armada y hoy esta es

impensable, pero nuevamente, la idiosincrasia es muy parecida. En el actual gobierno

se tiene la firme convicción que fueron tan corruptos los gobiernos anteriores que

poco o nada bueno hicieron, incluyendo las reformas legislativas. Porque no es posible

construir sobre ellos, deben de ser borrados para después construir. Y entonces hasta

Prospera y el Seguro Popular se derriban.

Constitución. En el contexto de la Revolución francesa, Paine escribe: “La autoridad del

presente es formar una constitución; la autoridad de las futuras asambleas será legislar

de acuerdo con los principios y las formas prescritas en esa constitución...”. Si algo

distinguió a los gobiernos latinoamericanos de la Marea Rosa fue la creación de

constituciones, y AMLO ha dicho que no descarta promulgar una nueva Constitución.

Porque, ¿qué mejor manera de destruir un Estado viciado de origen y construir uno

virtuoso desde los cimientos que con una nueva Constitución?

Oposición. El autor norteamericano nos dice que Paine “…veía toda resistencia a un

nuevo comienzo como una expresión de corrupción o de algún motivo privado

insolente...”. El vocabulario de AMLO es binario, donde por una parte todos los que se

oponen a su gobierno son los conservadores, los corruptos, los que tienen algún

interés oscuro, y quienes están con él son los liberales, los honestos, los que están

libres de intereses individuales.

Pero Paine no solo era de izquierda sino que también era un liberal en la tradición

clásica del término: creía en la importancia del individuo, en sus derechos individuales

y el libre mercado. AMLO es de izquierda pero no un social-demócrata sino se inserta

en una lógica asociada al caudillismo-populismo latinoamericano: muy centralizador,

estatista y con rasgos autoritarios. Los parecidos idiosincráticos ahí están, pero las

diferencia fundamentales también.