"O colaboran, o los sacerdotes van a la cárcel"
CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 18.- Cuando el chileno Juan Carlos Cruz denunció que desde los 15 años hasta los 23 había sido víctima de abuso sexual por parte del sacerdote chileno Fernando Karadima, el papa Francisco no le creyó. "Todo es calumnia", aseguró.
En 2011, Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton interpusieron una demanda civil contra la Iglesia chilena. En septiembre de 2018, Karadima fue expulsado del clero. En marzo, una Corte de Apelaciones determinó que se les debía pagar 450 mil dólares a las víctimas por daño moral. En enero de 2018, el Papa calificó de "calumnias" las acusaciones contra Karadima. Hasta que ordenó una investigación y habló con las víctimas. Casi dos años después, Francisco anunció este lunes el fin del secreto pontificio para los casos de pederastia perpetrados por sacerdotes. Juan Carlos, quien actualmente es un ejecutivo en una multinacional en EU, a la vez que ayuda a las víctimas de abuso sexual eclesiástico, celebra la decisión.
Juan Carlos, ¿cómo te sientes con lo dictaminado hoy por el papa Francisco?
— Me siento muy bien, creo que el Papa ha sido muy valiente en hacer esto cuando tiene a muchos cardenales y obispos en contra, personas que obviamente se esconden detrás de este secreto pontificio para ocultar sus crímenes y para evitar que víctimas y sobrevivientes tengan justicia. Es un hito para que se puedan esclarecer las cosas y erradicar esta lacra.
¿Qué representa esta resolución para todas las personas que como tú han sido víctimas de estos lamentables actos?
— Hay que darle las gracias al Papa, pero también a miles de víctimas del mundo entero que han luchado para que situaciones como ésta se terminen.
¿Consideras esto un triunfo?
— La lucha sigue, evidentemente. El Papa lo tiene claro, él está completamente en contra del abuso y el encubrimiento... pero... son muchísimos los obispos del mundo que... se esconden, o se escondían, bajo el secreto pontificio. Muchos de ellos deberían estar en la cárcel por permitir que jóvenes, niñas y niños hayan pasado lo que vivieron.
¿Qué implica para la búsqueda de justicia por parte de miles de víctimas, la decisión que el Pontífice tomó?
— Esto va a permitir que haya transparencia, que no se puedan esconder detrás del secreto pontificio, y que la justicia tenga acceso a documentos que antes no tenía… Ahora, o colaboran [los sacerdotes] o se van de sus diócesis o, si es el caso, a la cárcel.
Cuando fuiste víctima de abuso tenías 15 años… ¿cómo te afectó vivir esta experiencia?
— Yo me considero un hombre inteligente, pero en ese momento no sé por qué me dejé atrapar por ese sacerdote que me intentó arruinar la vida. Casi lo logra, casi me suicido; sin embargo, gracias a Dios no lo hice y de milagro salí adelante. Ahora mi vida se divide entre ser ejecutivo y dedicarme a ayudar a miles de sobrevivientes que necesitan una voz, y a aquellos amigos que no aguantaron y sí se suicidaron. Si puedo ser su voz, me sentiré totalmente honrado.
¿Qué haces para cumplir ese compromiso?
— A partir de lo que Jimmy Hamilton, José Andrés Murillo y yo vivimos, hicimos la Fundación para la Confianza. Me enorgullece decir que hoy es una de las que tiene más credibilidad en Latinoamérica y el mundo. Tenemos sicólogos y abogados de todas partes atendiendo a los cientos de hombres y mujeres, de todas las edades, que han sido víctimas de abuso sexual.
¿Qué te impulsó a romper el silencio?
— La verdad Jimmy y José Andrés fueron los que me motivaron. Fue en 2011 cuando compartimos nuestras historias, nos hicimos de tripas y nos enfrentamos a estos obispos. No fue fácil, ellos [los obispos] estaban amparados por la dictadura y por familias millonarias. Y no creas, "enemigo de la Iglesia" ha sido el insulto más amable que me han dicho; he oído "maricón mentiroso", "bien que te gustaba", en fin, fue una batalla horrible, pero ha valido la pena.
¿Hasta cuándo podrás decir que se ha hecho justicia?
— Hasta que la última víctima de abuso reciba justicia.
Tomando en cuenta el contexto actual en tu país y a nivel global, si el secreto pontificio se hubiera levantado antes, hace unos 10 años quizá, ¿te hubiera sido más útil que ahora?
— Nos habría ayudado mucho más, claro, pero me alegro por los que se van a beneficiar de esto ahora. Cuando la gente es abusada, es una vergüenza muy grande que cuesta mucho sacar a la luz, por eso algunos nunca lo sacan y se mueren con esta miseria adentro. Espero de todo corazón que esto sirva para sacarse esa miseria y que los criminales, y no me refiero a quienes lo han hecho solamente, sino también a quienes lo han permitido, terminen en la cárcel.
¿Qué puedes decirles a las personas que han sufrido abusos de esta índole y que hoy no hablan por miedo?
— Que no es necesario vivir con eso... Busquen a alguien de confianza: un sicólogo, siquiatra, un familiar, un amigo, alguien que sientan que les va a creer, y así poco a poco se irán liberando ese yugo que no te deja funcionar bien, ni ser la persona feliz que mereces ser... No hay nada más liberador que ganarle al abusador que quería que te quedaras callado.