¿Qué destinos fueron los favoritos de 2025?

Con el nuevo año a tan solo unos días, recordamos cuáles fueron los destinos favoritos de 2025

Con el nuevo año a tan solo unos días, recordamos cuáles fueron los destinos favoritos de 2025: un año definido por viajes más personales, elecciones más cuidadas y un renovado interés por lo auténtico. Los lugares que dominaron la conversación no fueron necesariamente los nuevos, sino aquellos que lograron conectar con el viajero.

Este es un recuento de los destinos que definieron el año, no por tendencia, sino por la experiencia que ofrecieron a quienes los eligieron.

Santorini, Grecia

En 2025, Santorini recuperó un sentido de lugar que había perdido en la última década. La isla implementó nuevas regulaciones para controlar la saturación turística y abrió caminos alternativos hacia pueblos menos explorados como Pyrgos y Megalochori, donde la vida local volvió a ser protagonista. La gastronomía volcó su mirada hacia insumos de la isla —tomate, cappero, queso mizithra, vinos assyrtiko— creando un movimiento culinario más honesto. El resultado: una Santorini más íntima, más pausada, más alineada con el viajero que busca profundidad más que postal.

Japón

Japón vivió un año excepcional gracias a un cambio en el tipo de viaje que inspiró. Más allá del triángulo Tokio–Kyoto–Osaka, 2025 puso en el mapa a ciudades como Kanazawa, Takamatsu y Nagano, que consolidaron nuevas aperturas de museos, ateliers de artesanos contemporáneos y hoteles boutique de escala delicada. Paralelamente, la gastronomía japonesa se volvió aún más experimental, con chefs que reinterpretaron técnicas tradicionales en propuestas íntimas. Fue un Japón para viajeros atentos: menos itinerarios acelerados, más inmersión cultural y detalle.

Madeira, Portugal

Madeira vivió un renacimiento silencioso. La restauración de rutas de levadas, el fortalecimiento de prácticas de conservación marina y la apertura de hoteles discretamente lujosos —muchos de bajo impacto ecológico— transformaron la isla en un destino de culto. La cocina atlántica, impulsada por productores locales y vinos de altitud, aportó una dimensión gustativa que atrajo a viajeros europeos exigentes. Madeira pasó de ser un destino "bonito" a uno profundamente relevante para quienes buscan naturaleza, diseño y elegancia en equilibrio.

Tulum, México

2025 fue un año de reconfiguración para Tulum. El destino dio un paso claro hacia un turismo más consciente: proyectos arquitectónicos que apostaron por materiales renovables, espacios que celebraron la identidad maya contemporánea, cocinas que rescataron técnicas de milpa y fogón. La fiesta quedó en un segundo plano, y surgió una Tulum más madura, enfocada en bienestar, diseño orgánico y experiencias que privilegian la conexión con la selva y el territorio. Fue el año en que Tulum volvió a sentirse auténtica.

Miami, Estados Unidos

Miami dejó atrás su imagen monocromática para consolidarse como una ciudad de diseño, gastronomía y cultura contemporánea. En 2025, la apertura de nuevos espacios museísticos, el auge de chefs latinoamericanos y la evolución de barrios como Brickell —donde EAST Miami acompañó con naturalidad este nuevo lenguaje urbano gracias a sus líneas depuradas, el juego de luz en sus espacios y un enfoque de hospitality contemporáneo— atrajeron a un viajero que buscó una versión más sofisticada de la ciudad. Wynwood, con su mezcla de arte y propuestas culinarias, completó este panorama, posicionando a Miami como una capital creativa en plena madurez estética.

El año dejó claro que el lujo no se mide en distancia, sino en la capacidad de un destino para ofrecer identidad, intención y una experiencia que trascienda la visita. Desde islas volcánicas que encontraron una nueva manera de mostrarse, hasta ciudades que maduraron su estética y su ritmo, 2025 fue un recordatorio de que los grandes viajes no siempre requieren descubrimientos inéditos, sino miradas más conscientes.

Al final, los destinos favoritos no fueron los más ruidosos, sino los que ofrecieron claridad, belleza y una forma distinta de habitar el tiempo. Y quizá esa sea la mejor tendencia del año que termina: aprender a viajar conectados con lo que realmente queremos vivir.