Sobre los misioneros de los Santos de los Últimos Días

Es probable que, algún momento de la vida, cada uno de nosotros haya visto a jóvenes bien vestidos, que van caminando en pareja con etiquetas que contienen su nombre. Pues bien, conviene saber que son miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que han elegido dedicar un año y medio o dos de sus vidas para servir a sus semejantes, con el propósito de enseñar acerca de Dios.
Es frecuente que muchas personas, en principio, no sepan que la religión de los misioneros de los Santos de los Últimos Días, de nombre oficial La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tendiendo a pensar, en la mayoría de las ocasiones, que se trata de una religión estadounidense, cuando, en realidad, existen millones de miembros de la Iglesia, alrededor de todo el mundo y decenas de miles de misioneros trabajando en todo el planeta. De hecho, es muy probable encontrarse con miembros y misioneros de esta confesión en ciudades de cualquier país.
¿Quién puede ser misionero de La Iglesia de Jesucristo?Más de 70000 misioneros a tiempo completo, están sirviendo en misiones para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Muchas de estas personas son miembros regulares de la Iglesia, constituyendo un colectivo que se articula sobre la base social de jóvenes menores de veinticinco años, que prestan servicio en más de cuatrocientas misiones, por toda la superficie mundial. Es muy importante saber que estas personas se han ofrecido voluntarias para estos trabajos y que no reciben ninguna remuneración por la realización de estos servicios.
Estos misioneros trabajan con un compañero, de su mismo género, durante su misión, con la excepción de las parejas un caso especial, ya que tienen la oportunidad de trabajar con su cónyuge. Además, los hombres solteros sirven en misiones durante un período de dos años, mientras que las mujeres solteras lo hacen durante dieciocho meses.
En cuanto a la forma de estructurar geográficamente el trabajo, los misioneros están asignados para desempeñar su labor en varias áreas, siendo enviados únicamente a países donde los gobiernos permiten que la Iglesia opere. No solicitan su área de asignación por lo tanto, no pueden saber de antemano si tendrán que aprender un idioma determinado.
También pueden prestar sus servicios los conocidos como misioneros mayores, aquellas personas preferentemente con más de cuarenta años y no tienen a su cargo hijos menores de dieciocho años, ya sea a tiempo completo fuera de casa un mínimo de treinta y dos horas semanales, a tiempo completo en casa un mínimo de treinta y dos horas semanales o de servicio entre ocho y treinta y dos horas semanales; en los dos primeros, el llamamiento proviene del Presidente de la Iglesia, mientras que el segundo procede del Presidente de Estaca.
La rutina de un misioneroLos misioneros suelen trabajar en parejas y a veces en grupos de tres con el nombre de compañeros. Viven juntos y trabajan juntos, para facilitarse la realización del trabajo entre sí. Todos los misioneros llevan gafetes, en los que constan tanto el nombre del misionero como el de “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. En cuanto al modo de transporte, disponen de plena libertad de elección, por lo que algunos andan, otros van en bicicleta, otros conducen y otros se desplazan en un vehículo público.
Sus horarios varían dependiendo de la cultura del país en donde lleven a cabo su servicio, por lo que, aunque hagan el mismo tipo de cosas, tienen la opción de realizarlas en diferentes momentos del día. En líneas generales, puede afirmarse que un día típico de un misionero incluye levantarse temprano para rezar y hacer ejercicio; luego hay que estudiar la Biblia, el Libro de Mormón y otros recursos de la Iglesia. Asimismo, en el supuesto de que los misioneros se encuentran sirviendo en un país que tiene como idioma principal uno diferente de su idioma natal, también deberán dedicar tiempo a aprender los principios lingüísticos de dicho idioma. En el resto del día, hacen la parte más importante de su trabajo: enseñar a la gente sobre Jesucristo y Su evangelio, así como servir a sus semejantes. Después de un duro día de trabajo, simplemente regresan a su residencia y se preparan para el día siguiente.
Propósitos de los misionerosLos misioneros de la Iglesia aman a Dios, así como a sus semejantes. No reciben ningún pago por su servicio y creen sinceramente que Dios ama a Sus hijos y desean aprender de Él. Quieren ayudar a las personas a encontrar un sentido a sus vidas, por lo que están dispuestos a ayudarlas a sentir la alegría que se deriva de guardar los mandamientos de Dios.