Así deberíamos de ser los abogados

Sociedad y Derecho

¿En que se parece un plátano a un abogado? En que no hay uno

derecho. ¿Qué significa que haya 500 abogados en el fondo del mar? Un

buen comienzo.

Y así podríamos seguir todo el día con las bromas despectivas

sobre abogados, y es que nuestra profesión tiene muy mala fama, pero

por desgracia muy bien merecida.

En la abogacía, quizá como en ninguna otra carrera profesional o

actividad, se dan las circunstancias que hacen que sea más tentador y

relativamente más fácil cometer actos antiéticos e ilegales, de esos que

generan buen dinero, rápido y sin esfuerzo, aunque ello sea en perjuicio

de nuestros clientes o de la sociedad.

Por ello, es tan importante e indispensable que además de contar

con los conocimientos y habilidades en la ciencia jurídica, el abogado

cuente también con los valores de honestidad, lealtad, responsabilidad y

excelencia, los cuales debe vivir de manera integral y congruente en su

día a día, no sólo en su trabajo, sino en todos los demás aspectos de su

vida, pues sólo de esa manera tendrá la fortaleza y determinación

necesarias para prestar un servicio digno y de calidad que realmente

ayude a su cliente a solventar el gran problema que lo aqueja y que fue

el motivo por el que buscó su auxilio.

En pleno siglo XXI, con las nuevas tecnologías de la información

que están siendo cada vez más presentes en prácticamente todas las

áreas de la humanidad, los abogados debemos entender que ya no nos

podemos seguir comportando como simples proveedores de servicios

legales, sino vernos y ser, socios estratégicos de nuestros clientes,

hacer propios los problemas de ellos, como si nos pasaran a nosotros o

a algún ser querido y, por ello tenemos que resolverlos a como dé lugar.

Una de las formas de pensar de los abogados, la cual es muy

respetable, es que, si hacen suyos los problemas de los clientes, ello

constituiría una limitante en la prestación sus servicio, restándoles

calidad y efectividad, pues sería tanto como si se defendieran a si

mismos, lo cual, dicen ellos, no es recomendable.

Sin embargo, yo, con todo respeto, difiero de esa posición, ya que

para mi la única manera de entender y dimensionar el estado emotivo y

de hecho por el que está pasando el cliente, y, por tanto, determinar la

mejor solución a su problema, aquella que lo dejará más satisfecho y

colme de manera más completa sus expectativas, es poniéndote en sus

zapatos, imaginando que el problema que él tiene te está sucediendo a

ti o a alguien importante en tu vida.

Les garantizo que haciéndolo así, involucrándonos de lleno, lejos

de restar efectividad a nuestros servicios, los abogados daremos más de

nosotros, con mayor calidad, eficiencia y efectividad, pues estaremos al

cien por ciento concentrados en la situación de nuestros clientes, buscan

únicamente su bienestar, soluciones que den resultados acorde a sus

deseos y necesidades, lo que traerá como consecuencia inevitable,

clientes satisfechos, relaciones profesionales duraderas, servicios de

calidad y el cumplimiento y respeto del Estado de Derecho.

Como siempre un placer saludarlo, esperando que estas pocas

letras hayan sido de su agrado y sobre todo de utilidad ¡Hasta la

próxima!



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