El empresario y el abogado
Comúnmente, el abogado es visto por prácticamente la mayoría de los empresarios, como el último recurso en el caso de que el “problema” no pueda resolverse de ninguna otra manera.
El abogado es considerado un gasto, así como un desperdicio de tiempo y esfuerzo.
Además, está la situación de que, tratar con un abogado significa relacionarse con un individuo vil, mentiroso y tramposo, que sólo busca sacar dinero sin dar resultados.
Los abogados tenemos mucho de culpa en la forma en que las personas nos ven, pues hay bastantes “mercenarios del derecho” que sólo buscan el provecho propio, rápido y con el menor esfuerzo, sin que el compromiso de satisfacer las necesidades de los clientes (para lo que fueron contratados), tenga relevancia alguna. Esto no debe de ser así.
El abogado debe ser un aliado del empresario, un verdadero socio estratégico que le genere utilidades, alguien en quien se pueda confiar, que le ayude, en primer lugar, a “anticipar y prevenir problemas” y en el evento de que estos ya estén presentes, a resolverlos de la manera más eficiente, y en todo momento, priorizando y protegiendo los intereses del cliente. Es diez veces más barato prevenir un problema legal que resolver uno ya existente.
Con el cúmulo de regulaciones legales en materias tan variadas como la laboral, fiscal, mercantil, societaria, etc., el empresario necesita de un asesor legal en quien pueda depositar toda su confianza, con la tranquilidad de que éste hará el mejor trabajo posible, velando por sus intereses, con lo cual, el emprendedor pueda enfocar sus esfuerzos en las actividades que le generan valor a la empresa.
El abogado indicado para dar un servicio óptimo al empresario es, en principio, aquel que tenga un alto sentido de la ética, así como los valores de honestidad, compromiso y excelencia muy grabados en su genética. Además, no menos importante, debe tener la capacidad y conocimientos necesarios, así como la estructura tecnológica más actual y el quipo de profesionales del más alto nivel, que le permitan prestar un servicio de la mayor calidad; pero, sobre todo, que tenga la claridad de percatarse que su razón de ser es “la satisfacción de las necesidades de sus clientes”.
Pero ¿Cómo encontrar a estos maravillosos profesionistas? Bueno, generalmente al momento de contratar a un abogado se busca, en principio, la recomendación de alguien de confianza, que sepa tenga de los resultados que el profesional haya dado en casos similares, lo que habla de una capacidad probada. Sin embargo, el que el abogado sea muy capaz no garantiza que también tenga los valores necesarios para poner en sus manos el patrimonio de la empresa, se requiere además de otro tipo de compromiso de parte de dicho profesional, el de ser leal, honesto y responsable para con el cliente.
Por ello, el abogado consciente de su compromiso para con su cliente debe informar a éste las acciones legales que puede ejercitar en su contra en el evento de que no le preste los servicios de acuerdo a la ley. En el Código Penal hay un capítulo destinado a aquellos delitos cometidos por “abogados”, los cuales tienen como pena, desde la cancelación de la cédula profesional, con lo que ya no podrían seguir ejerciendo la abogacía, hasta, según sea el caso, pena de prisión.
Dando esta información por escrito y firmado por dicho profesional del derecho, indiscutiblemente generará confianza en el cliente, y, en definitiva, se corroborará esta con su actuar congruente y ético.
Como siempre un placer saludarlo, esperando que estas pocas letras hayan sido de su agrado y sobre todo de utilidad ¡Hasta la próxima¡