El juicio de la historia

Perspectiva

La historia se construye día a día, segundo a segundo, tal como se construye la vida, pero la historia no puede ser juzgada sino hasta que se convierta en eso: historia. Cuando las pasiones y los intereses se hayan atemperado o definitivamente hayan desaparecido, cuando todos estén muertos y nos sentemos tranquilamente a analizar y destejer el enorme enredo de mentiras y mitos que se fueron tejiendo a través del tiempo.

La historia increíble de este nuevo México que intenta construirse es enormemente compleja sobre todo porque en esta época de las comunicaciones por redes electrónicas la opinión ciudadana individual es tan importante como trascendente Los medios de comunicación tratan infructuosamente de manipular sus contenidos pero se topan ante la verdad irrefutable de los hechos grabados con teléfonos celulares que ha cambiado totalmente la manera de informar.

La gente sale a las calles, grita, protesta y exhibe cartelones exigiendo justicia y reivindicaciones. Los votos se dividen, nada es seguro para nadie, la ultraderecha en España consigue un asombroso tercer sitio en un gobierno todavía socialista.

En Chile la calle se desborda, en Bolivia hay un golpe de Estado y en México las tensiones en todos los sectores se agudizan.

¿Cómo nos juzgará la historia? En este mes de muertos y revoluciones, el papel picado, las banderitas y los rebozos autóctonos saldrán a relucir en los próximos días. Los héroes de la Revolución de 1910 (con rostros deformados de tantas reproducciones que ya ni se parece) sugieren que todos fueron amigos, que todos están en la misma línea del tiempo, en el mismo objetivo, la misma causa.

Pero no es verdad. A nuestro Pancho Villa, aquél que decía que cuando un maestro de escuela ganara más que un general, entonces se salvaría México, a aquél, nuestro Villa que fue asesinado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

Y Emiliano Zapata? A él lo mató Venustiano Carranza. Ambos fueron traicionados. Los dos verdaderos héroes de la revolución murieron asesinados.

Ellos, que fueron los únicos que personificaban la ideología de la revolución en el tema agrario y social. Los únicos que se empecinaron en que el movimiento revolucionario no se desvirtuara, los mataron.

No hay lugar para los héroes, nunca lo ha habido. Los héroes estorban y complican el ejercicio del poder que durante siglos en este país ha servido para enriquecimiento solamente. A los héroes se les mata o se les inventan mentiras tan terribles que compiten con la mejor literatura de ficción. A los héroes se les ponen trampas, se les acosa, intentan doblarlos, aniquilarlos.

¿Hay héroes en nuestro país ahora? Los buenos y los malos se confunden, se mezclan y se pierden y se difuminan en el espectro de la historia. Pero ahora esta historia tendrá que ser narrada de otra manera, de forma clara, precisa y contundente. Una historia que no mezcle a Villa y Zapata con Carranza y Obregón. Una historia justa que defina a los traidores y a los héroes actuales.

A los buenos y los malos, porque así de simple es. Y hay que tomar partido, con los buenos o con los malos y no sólo por el juicio de la historia, sino por mera sobrevivencia como nación que ya no admite ni acepta retrocesos.

viveleyendo.normabustamante@gmail.com



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