El nubarrón de Trump
Se han cruzado dos citas internacionales de gran calado: la primera, totalmente geopolítica y crucial además en tiempos de paz famélica; la segunda, relacionada con la supervivencia futura de los seres vivos, por supuesto, del ser humano.
Estos días, Reino Unido y España, cada uno están ocupando buena parte de los reflectores globales porque Londres es escenario de la reunión de los países aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en su setenta aniversario.
Mientras que del otro lado del Canal de la Mancha, Madrid acoge en tiempo récord de organización, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019 (COP25) que Chile dejó tirada luego de que su presidente, Sebastián Piñera, desistiera de ser la sede tras las revueltas incontrolables de las últimas semanas.
La capital de España sorprende con su capacidad de gestión de magnos eventos, lo ha hecho de forma impecable para recibir a 29 mil personas, 200 delegaciones de todo el mundo y una treintena de dignatarios con sus respectivos aparatos de seguridad.
No podían ser más equidistantes ambos temas, el de la OTAN con su defensa y seguridad con siete décadas de existencia en las que solo una vez se ha activado el artículo 5 para defender a un país que está siendo atacado: tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, los aliados decidieron respaldar a Washington en su asonada bélica contra Afganistán.
Y luego el otro, con la tesitura del clima, la impronta que el cambio climático está marcándole al ser humano para que utilice toda su inteligencia y capacidad de sobreponerse a los desafíos… me pregunto, ¿quién podrá al final de todo, el cambio climático o el ser humano?
Por un lado se discute más presupuesto para defensa militar, gastar más y más en moderno equipo, ponerse las pilas porque Estados Unidos ya se cansó de defender a Europa a su costa; y del otro lado, se dirimen acciones para hacer justo lo contrario: gastar menos, comprar menos, consumir menos, en fin reducir la huella ecológica de los seres humanos y comprometer a las empresas privadas a ser más responsables con el medioambiente.
Lo que sí es verdad es que un personaje político se ha colado en ambas cumbres aunque solo ha estado presente en una con su gesto adusto y desafiante: Donald Trump, presidente de Estados Unidos, presente en Londres pero ausente en Madrid aunque ha vuelto a acaparar todos los reflectores globales.
El lunes llegó a Reino Unido con la estela de imponer una serie de aranceles a Francia como una forma de “castigo” por las palabras de Emmanuel Macron, mandatario de Francia, tras declarar que la OTAN “está en estado de muerte cerebral”.
La forma más cruel de desdecirlo en público es imponiéndole a Francia aranceles del 100% por un valor de 2 mil 400 millones de dólares a una serie de productos básicamente quesos, maquillaje, vinos y bolsos. Un ataque a buena parte de la economía y la raigambre francesa.
Trump lo justifica señalando que es una represalia porque Francia ha puesto en vigor la llamada Tasa GAFA por Google, Apple, Facebook y Amazon también conocida como Tasa Google y que valientemente ha entrado en vigor en territorio galo para gravar las ganancias anuales de estos gigantes de la tecnología que están chupándose nuestros ingresos sin dejar casi nada a nuestras respectivas haciendas públicas. Macron le ha echado valor mientras que el resto de la UE se hace miope a la espera de que en 2020, sea la OCDE la que se pronuncie en una tasa definitiva que todos sus países miembros puedan imponer a las multinacionales de la tecnología, y que no solo son estadounidenses desde luego chinas y de otros países.
A COLACIÓN
Y también Trump se ha colado a la Cumbre del Clima sin siquiera asistir, ni una sola palabra pero con su ausencia basta para espetarnos en la cara que su país tiene una de las economías más contaminantes del planeta y más dependientes del carbón y que a pesar de ello desdeña la Cumbre del Clima de París y desde luego la COP25.
Es más, el inquilino de la Casa Blanca no solo ha ignorado el acuerdo climático sino que ha dado mayor fortaleza a las empresas productoras de carbón fomentando su venta y su consumo.
A Madrid llegó Nancy Pelosi, congresista demócrata líder de la Cámara de Representantes, para defender que su país todavía no está totalmente fuera del Acuerdo de París.
La realidad es que su presidente lo niega, lo desdice y peor aún lo ignora y sin el esfuerzo presidencial así como su ejemplaridad cómo entonces se le exige a las empresas privadas que asuman un mayor compromiso para mitigar el cambio climático. Máxime en una sociedad altamente consumista como la estadounidense… como sea, Trump ha logrado convertirse en un gran nubarrón para ambas cumbres.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales