El Síndrome de Procusto

El Síndrome de Procusto

Ana María Reynoso Añorga

Psicoterapeuta

HOLA AMIGAS Y AMIGOS:

Es un placer estar con ustedes cada semana en esta columna “Frente al Espejo”

El tema de hoy es: “El Síndrome de Procusto

Para comprender con mayor facilidad este síndrome, es importante conocer la procedencia de su denominación, la cual está muy vinculada a las características de este síndrome. Su origen lo encontramos en el mito griego de Procusto.

Procusto, también conocido como Damastes, es según la mitología griega uno de los hijos del dios Poseidón. Este ser recibía  en su hogar a los viajeros y les brindaba una gran hospitalidad, con un trato amable y dispuesto, proponiéndoles pasar la noche en su morada.

Sin embargo, al dormirse los invitados, Procusto los amordazaba y comprobaba si su tamaño difería con el de la cama de hierro en la que les acostaba. En el caso de que la persona en cuestión sobrepasaba el tamaño de la cama, Procusto pasaba a cortar los elementos que sobresalieran de ella. Si por el contrario era más baja y no la ocupaba por entero, le rompía los huesos con un mazo con el fin de estirarlo. En resumen, hacía que sus visitantes se ajustaran siempre a las medidas de su lecho.

Esto llegó a su fin con la llegada de Teseo, quien le propondría contemplar si el propio Procusto cumplía con las medidas de su cama, y tras observar que era de mayor tamaño procedió a aplicarle el mismo castigo que él proporcionaba a sus invitados, cortándole la cabeza y matándolo.

Por lo general el síndrome de Procusto se da en personas con un elevado nivel de frustración, así como poca sensación de control, teniendo una autoestima baja o lábil. En ocasiones han sufrido vejaciones y diferentes eventos estresantes y traumáticos que han provocado que duden de su propia capacidad, con lo que personas que se perciben como superiores o con posibilidades a serlo les causan aversión 

También puede ocurrir el caso contrario, una persona con una autoestima exagerada hasta los límites narcisistas que vea que otros destacan, y son más tomados en cuenta que ellos mismos.

Quien ejerce esta actitud puede llevarla a cabo tanto de manera consciente como inconsciente. Mientras que los primeros tratarían directamente de producir un perjuicio a la persona sobresaliente al verse amenazados, los segundos tenderán a pensar que su punto de vista es el correcto, y que son los demás quienes deben adaptarse a ellos.

En el ámbito académico quien sobresale es muchas veces mal considerado, tanto por algunos de sus compañeros como incluso a veces por los propios docentes. De hecho, incluso en la infancia muchos superdotados se esfuerzan por obtener calificaciones dentro de la media, especialmente en el caso de las niñas debido a cuestiones relativas a estereotipos de género.

En algunas ocasiones se ha visto el síndrome de Procusto en casos en los que diferentes alumnos y profesionales han criticado y humillado públicamente a otros, debido a que han podido sentirse inferiores en capacidades o ver peligrar su prestigio si el otro sobresale. Esto puede ocurrir incluso en la relación profesor y alumno cuando el primero tiene una baja autoestima.

En el ámbito laboral se va a intentar que la persona que sobresale no lo haga, minusvalorando sus aportaciones o incluso apropiándose de ellas, estableciendo un excesivo nivel de control sobre el sujeto en cuestión, y algunos casos se extienden rumores respecto a su persona con el fin de desacreditarla. En algunos casos en los que la persona que se siente amenazada tiene poder para ello, puede llegar a no contratar, o promover a las personas más eficientes sino a otras a las que pueden dominar,  y que pueden suponer una menor amenaza.

El síndrome de Procusto no solo se circunscribe a lo profesional o académico, sino que también puede extenderse a lo personal. En estos casos familia, amigos o parejas van a ser criticados constantemente y los fracasos o malestar que pueda sentir la persona vista como amenaza, van a producir cierto nivel de alegría y satisfacción.

Puede haber tendencia a evitar a personas que se consideran superiores en algunas características.  Las personas con síndrome de Procusto evitarán posibles parejas más atractivas o inteligentes que ellas. Si no se trata de una persona allegada, se tenderá a aislarla, abandonarla o disminuir su autoestima de cara a que sus aptitudes también se vean reducidas.

Es interesante saber que aunque el síndrome de Procusto, recoge a la perfección aquello que en la psicología  se conoce como “la conducta de los codazos”. Es decir, deshacerse de los más brillantes de forma hostil y boicoteando al más preparado por simple intolerancia y puro egoísmo. Porque para ellos, no puede haber algo peor que verse superados por los demás en algún aspecto, por pequeño que sea.

A pesar de que no faltan los Procustos en nuestras vidas, jamás debemos doblegarnos ante ellos. Todos nacimos para destacar en algún aspecto, potenciemos esa habilidad y encontremos el contexto idóneo para sacarle partido en libertad, no permitamos que la envidia y las frustraciones del otro nos detengan.

“Si sobresales, te cortaré los pies. Si demuestras ser mejor que yo, te cortaré la cabeza”

Procusto-Mitología griega



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