Humanidad

Humanidad

La conducta humana a partir de la contingencia sanitaria mundial, necesariamente debe cambiar. Han sido muchas las indicaciones en este sentido, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta las autoridades municipales, pasando por la Secretaría de Salud Federal y la correspondiente en cada entidad federativa.

Las instrucciones más recurrentes son tres en esencia: sana distancia, confinarse (quédate en casa) y el uso de cubrebocas; sin embargo, lo que parecía un perpiodo extremo de dos o tres meses, se ha extendido en exceso, sin que a ciencia cierta podamos saber si efectivamente concluirá en breve tiempo a partir de ahora, que han transcurrido ya cinco meses.

Es desesperante la situación, el encierro ha hecho estragos en varios sentidos, en lo económico en primer lugar, en la salud, esto es que con independencia de la incidencia directa del COVID 19, otras afecciones se están generando, lo menos el sobre peso que en muchos es enfermedad, complicaciones de diabetes, problemas emocionales y otros.

Ante esto, la gente se encuentra en una encrucijada; por una parte acatar las medidas que la autoridad exhorta para acabar rápidamente con la pandemia y, por otra, rebelarse ante un lapso tan prolongado de restricciones en las cuales la ciudadanía no ha visto resultados, sino todo lo contrario, la afección y contagios van en aumento; el prometido aplanamiento de la curva no llega.

Las personas empezaron a salir por varias razones, unos porque la inactividad física los estaba matando y decidieron salir a las calles, muy temprano o por las tardes a hacer ejercicios aeróbicos; otros porque el ingreso económico es impostergable y en empleos formales o informales han salido a buscar el sustento para sus familias.

En este contexto, la contribución social para atacar el virus resulta de la mayor importancia; esto es, las medidas que los ciudadanos tomen como aportación, por su propia iniciativa, serán las que finalmente reduzcan los contagios.

Evidentemente existe confusión en la forma de conducirnos frente a otros; los latinos y particularmente los mexicanos, tienen la costumbre arraigada de saludarse de mano y con las mujeres de beso en la mejilla.

Esto último para fortuna ha cambiado, la pandemia ha evitado éste último tipo de saludo, pero no el otro, el de mano o contacto de las extremidades superiores.

La gente no ha querido entenderlo; cuando los voceros de salud han explicado la necesidad de suprimir el saludo de mano, debe entenderse literalmente sin contacto físico de ninguna naturaleza, desafortunadamente las personas piensan que tocarse puño con puño o con los antebrazos es equivalente a la abstinencia del contacto físico, siendo fatalmente nugatorio hacerlo en esa forma.

Tocarse ligeramente el puño o el brazo, es exactamente lo mismo que abrazarse. El semáforo rojo en el que nos encontramos es evidencia de que no estamos haciendo lo correcto, el contagio se está dando por el contacto físico, por menos que éste sea, es urgente cambiar el saludo; lo prudente será imitar a los japoneses, solamente una caravana frente al otro sin contacto corporal, con lo cual estaremos contribuyendo verdaderamente a la mitigación del contagio.

¡Conciencia por favor!



MÁS SOBRE Editorial

Humanidad
El abogado, en el ejercicio de su profesión, puede sufrir daño moral
Humanidad
Estrella de dos puntas
Humanidad
Grooming y sexting y su regulación en México