La frivolidad
Yo entiendo que los seres humanos tenemos necesidad de oxigenarnos la vida, esto es,
ejercitar las vocaciones lúdicas, el niño o la niña interior que llevamos dentro, requieren
jugar para seguir viviendo. El humor, la fiesta, la música, todo lo que implica la alegre
frivolidad, entendida ésta desde el más benévolo de sus sinónimos, que podría ser:
ligereza. Hacer menos pesado el camino, más soportable la responsabilidad.
Pero exageramos. En ocasiones, escucho una exclamación común que supongo funciona
como liberador de tensiones: “Gracias a dios es viernes”, dicen o a veces gritan, y
entonces no puedo evitar el hacer una rápida revisión de mis actividades por realizar y
como siempre, me percato de que esa frase no me acomoda. El viernes, de acuerdo a la
exaltación que se hace de él, es el inicio de las alegrías y festejos que seguramente traerá
el fin de semana. Lamentablemente y salvo excepciones propias de la vida, como lo son
las bodas, los aniversarios o algo similar, los viernes no me producen ningún efecto
distinto a los martes o los jueves.
Pero - y allí es donde inicia mi conflicto de perspectiva- pienso qu esa frase expresa una
gran frivolidad subyacente Vy esa frivolidad a veces es tan exagerada que se nos sale de
cauce, se nos ha metido hasta los huesos, por usar alguna metáfora. Vivir buscando el
trabajar menos y aumentar la fiesta o el ocio pareciera ser la constante de las conductas
humanas. La diversión como meta, el pasarla bien solamente.
Entiendo que la madurez que alcanzamos en la vida, puede ser agobiante, abrumadora, y
que no sería soportable sin dosis ocasionales de frivolidad, pero ése no es el punto, la
frivolidad como forma de vida es irresponsable. Y esto que sucede en niveles individuales
de comportamiento es tan contagioso que contamina todo y hablar en serio ocasiona
hasta problemas de convivencia social.
La frivolidad también ha alcanzado el ejercicio de gobierno, ahora vemos las
consecuencias que se reflejan en todas partes. Se minimiza todo, no pasa nada,
seguimos en el engañoso camino de la frivolidad.
Hoy en nuestro país, hay esperanzas, la renovación de las ideologías representada por un
gobierno federal nuevo y próximamente en el estado es sumamente alentador. Aún
quedan resquicios para albergar el optimismo siempre que estos nuevos gobiernos
pongan su atención en los intereses comunes prioritarios, con objetivos aceptables y
realistas para que la gente común y corriente, la que vive para trabajar y trabaja para vivir,
compruebe que sí es posible que se instalen administraciones menos frívolas y
mezquinas.
De eso de trata todo. De tomar las cosas en serio, sin la banalidad y la puerilidad a la que
sin darnos cuenta le abrimos espacios. La frivolidad que nos aleja de la verdad. La
frivolidad que campea y gana terreno en las relaciones humanas. Pareciera que es de mal
gusto abordar temas serios, y que entre más frívola sea nuestra conversación somos
socialmente más aceptados porque es incorrecto y se torna aburrido hablar sobre ética,
moral, ecología, migración y no se diga el arte, los temas torales e importantes de la vida.
Hay momento y lugar para todo, me dirían algunos y yo contesto que cada vez hay menos
momentos para ello, pero siempre hay motivos para la fiesta y la reunión intrascendente,
para la frivolidad.
Antagónicas de frivolidad son las palabras responsabilidad y compromiso y ahora que la
desorientación política pareciera ser lo común, más que inclinarnos o intentar decidir por
un partido con determinadas cargas ideológicas, nuestra decisión debería recaer sobre
esos conceptos que definen no sólo nuestro presente sino el futuro del que somos
responsables. Continuar en la frivolidad diaria nos lleva a la nada, a ninguna parte.
La frivolidad puede ser un necesario alivio en determinadas ocasiones, es como el
carnaval que se disfruta los tres días previos al miércoles de ceniza, pero no cuando se
convierte en estilo de vida.
Y pues sí, gracias a dios, es viernes.
viveleyendo.normabustamante@gmail.com