La lectura en voz alta

Perspectiva

Por: Norma BUSTAMANTE/ EL MEXICANO | 02/15/2020

Me han preguntado cuál es el gran poder de la literatura, se me ocurren muchas respuestas pero creo que lo que más se acerca a la precisión de la importancia de leer, es que entramos en el territorio de la duda. En estos tiempos sobre todo en que todo está hecho, y todas las respuestas a la mano, la capacidad de razonar disminuye. Ante cualquier pregunta o interrogante, sólo bajamos los ojos al mágico teléfono celular y la respuesta está allí. Es ya un acto automático y reflejo que merma la actividad cerebral. Ese es el gran poder la literatura, deshacer certezas e introducir al lector en el territorio de las cuestiones que buscan respuesta.

Sin embargo, y es absolutamente real, cada vez menos gente se interesa por leer y pareciera que se ha perdido la partida porque se da por hecho que esto ya es así y que la lectura de cuentos y novelas está en un total proceso de extinción.

Empezaría por preguntarme si este desinterés por la lectura es a partir de la era del internet y mi respuesta es no. Este desinterés viene desde antes, desde que se abandonó en el aula la lectura en voz alta y se confinó a la literatura en el espacio muerto de las asignaturas por pasar. La literatura en voz alta, presenta su verdadero ser que es la vida misma. Libros tan escenciales como La Celestina, leídos en voz alta, teatralizados casi, muestran, la fuerza del idioma, de las ideas y su fabuloso poder de atracción, porque el mundo de la Celestina, es el mismo mundo de hoy, las pasiones humanas están allí, tan viejas y tan nuevas, reflejadas en la obra de Fernando de Rojas.

Ayer, día del amor y la amistad, me pidieron que dijera un poema acerca del tema y declamé estos versos Celos que en el amor sospechas cria/ son de la paz una insufrible ausencia/ una solicitud y diligencia/ que mueven la turbada fantasía. Celos y amor/ amor y celos/ una indivisible compañía/ los celos son la noche/ amor el día: Forzosos celos son/ apenas nace el amor cuando los llama/ nadie puede entender sus movimientos/ ninguno defenderse de su flama/ porque sin son los celos pensamientos/ quien puede no pensar perder lo que ama/

Los versos causaron una buena impresión ante el público mayormente joven que me escuchaba y cuando les dije que el autor era Lope de Vega, figura del Siglo de Oro Español, del siglo 16, se sorprendieron. La literatura de hace quinientos años, está viva por la fuerza de la voz, del sonido, de la palabra sonora.

La literatura viva no debe circunscribirse en las aulas, debe llegar a las plazas públicas, estas plazas frágiles corren el riesgo de ser barridas por el embate de la modernidad incontrolada. La plaza pública es un ámbito de encuentros y comunicación social en donde personas de todos los orígenes y clases pueden comer, pasear, darse cita y disfrutar de su espacio. Estas plazas públicas deben ser recuperadas porque si bien un decreto puede destruirlas en un momento, ningún decreto podría hacer que resurgieran. Son años de cultura y tradición que deben ser rescatadas y es allí donde también debe florecer la literatura.

Las tradiciones orales y musicales, los saberes de prácticas artesanales, están en la calle pero hay una tendencia a privilegiar la “alta cultura” la cultura de elite, formada en universidades y difundida por clases socialmente usualmente de media a alta. Esa tendencia margina de muchas maneras a la cultura de la plaza, la cultura del pueblo y mueren poco a poco nuestras tradiciones.

La lectura en voz alta debe irse a la plazas, los buenos libros tienen seguro contra el tiempo como el poema de Lope de Vega. Leer y contar historias en las plazas públicas debe ser retomado para que no se pierda la literatura sino la lengua misma, el idioma que se va haciendo pequeñito día a día por la sustitución de anglicismos, pochismos, barbarismos que destruyen la lengua castellana.

En el imperio de lo audiovisual, no sólo está muriendo la literatura, sino también arrastrada junto a ella, la imaginación. Hoy los artistas son vistos con recelo porque no caben en los mundos planificados y organizados, en esos mundos donde la creatividad es el único dios que se respeta.

Conclusión, la enseñanza de la literatura debe ser primero en forma oral y luego en forma escrita. La lectura en silencio sin la experiencia fónica, tiene mucho que ver con la pérdida de lectores.

Viveleyendo.normabustamante@gmail.com



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