Las razones por las cuales ser abogado
Prácticamente todas las personas que deciden estudiar la carrera
de derecho lo hacen por buenos motivos, algunos por un ideal de
justicia, otros por el estatus que representa ser un abogado. En mi caso
fue por mi Padre.
Pienso que todos, en ciertos momentos de nuestras vidas,
tomamos a alguien a quien admiramos, como modelo y ejemplo a
seguir, para mi esa persona es mi Padre.
El licenciado y notario Juan Bautista Lizárraga Osuna, quien desde
hace casi 50 años ejerce el noble oficio de la fe pública, lo que sigue
haciendo hasta la actualidad con la vitalidad de una persona de 20 años
de edad. Mi Padre se destaca por mucho, por su alto nivel cultural y
conocimientos, su honestidad, responsabilidad y el amor y respeto que
le tiene a su profesión.
Menciona un dicho popular que “el ejemplo no es la mejor manera
de educar, sino que es la única” y es verdad. Durante toda mi vida he
visto a mi Padre levantarse cada mañana para ir a su trabajo, así
estuviera enfermo, fueran fines de semana o días festivos, siempre sin
falta ha cumplido con su responsabilidad. En mi casa, desde que tengo
memoria se ha hablado de términos y cuestiones legales tales como: los
testimonios las escrituras públicas, las compraventas, los juicios, jueces,
el Registro Público de la Propiedad, etc. Desde pequeños mis hermanos
y yo tuvimos ese contacto con la profesión de mi Padre porque él era
quien se encargaba de compartírnoslo.
Recuerdo muy bien lo orgulloso que me sentía de mi Padre. Él
para mi en mi infancia, no era una persona común, era alguien superior,
un “señor licenciado”, más sabio que el resto de las personas, que
ayudaba a la gente en problemas y a quien los demás siempre trataban
con respeto y cortesía. Al escribir estas líneas me sorprendo a mí mismo
al darme cuenta que sigo viendo a mi Padre de igual manera que
cuando era un niño, y sintiéndome más orgulloso de él que nunca.
La razón por la que me convertí en abogado fue por el ejemplo
que me dio mi Padre de lo noble que puede ser esta profesión cuando la
ejerces con honestidad, responsabilidad y amor por lo que haces.
Hasta hace relativamente poco tiempo, los licenciados en derecho
eran figuras reverenciadas y enaltecidas por su honestidad y sabiduría.
Desafortunadamente los mismos abogados somos quienes nos hemos
encargado de desprestigiarla, utilizando artimañas y engaños para
obtener ganancias fáciles y rápidas, sin importar el daño que le hacemos
a los clientes y a la sociedad en general.
Por ello, es ahora nuestro deber y obligación reivindicar nuestra
profesión. En realidad, la fórmula para hacerlo no es nada sofisticada ni
compleja, por el contrario, es muy simple, se trata de que todos
nuestros actos los hagamos en base a los valores de honestidad,
compromiso y excelencia, de esa manera podemos estar seguros que
cualquier decisión que tomemos será la correcta.
Ser abogado significa ser uno de los actores más importantes del
engranaje legal que sostiene las instituciones que hacen funcionar el
mecanismo del país, el cual está cimentado, por sobre todo, en la
observancia y respeto del Estado de Derecho.
Como siempre un placer saludarlo, esperando que estas pocas
letras hayan sido de su agrado y sobre todo de utilidad ¡Hasta la
próxima!