Oligarquías de hierro

POR LA ESPIRAL

Para diversos autores, la grave crisis en las democracias europeas es una consecuencia directa de la Gran Recesión, esa larga desaceleración y en muchos casos caída económica acentuada desde 2008 y que en los últimos dos años se intenta salir de forma estable pero la maquinaria económica sigue andando de forma errática.

Esa crisis erosionó la confianza de los ciudadanos hacia la gestión de sus propios gobernantes, ha dejado como resultado un incremento en los índices de desigualdad; ya se habla indisimuladamente de pobreza (antes eran marginados o excluidos) con  tasas angustiantes de paro y un sistema de empleo contaminado de contratos temporales que cortan toda esperanza de los jóvenes por lograr un sueldo y un trabajo dignos.

En esa hipótesis se mueve, José Enrique Ayala, advirtiendo de las “consecuencias políticas de la crisis de la UE” de hecho, anticipa,  repercusiones todavía más profundas para el largo plazo.

“Es inevitable que la situación tenga efectos en la política a todos los niveles. La Unión Europea pierde rápidamente peso e influencia en el mundo. Se observan actitudes egoístas, insolidarias, en unos países, y decepcionadas en otros”, subraya el analista internacional.

Además el monstruo se ha vuelto contra de sí mismo:  el Fondo Monetario Internacional (FMI) tradicionalmente administrado por las economías occidentales para financiar la crisis de los países menos desarrollados y llamados emergentes, ha tenido que entrar a rescatar a Grecia, Irlanda, Portugal y España; les ha dado una medicina de su propia sopa, amarga y austera.

De acuerdo con un documento elaborado por Análisis Económico de la Unión General de Trabajadores (UGT) de España,  la intolerable disciplina fiscal que imponen estos teóricos “rescatadores” no hacen más que convertir la supuesta ayuda en una nueva política pro-cíclica.

“Mantienen  de forma muy prolongada en el tiempo, los devastadores efectos que la crisis está teniendo sobre estas economías más débiles. Todo lo ocurrido en Grecia , por ejemplo, no hace más que poner de manifiesto la complicada situación que se le viene encima a un país cuando acepta uno de estos llamados planes de rescate”, subraya el texto.

            Los efectos están siendo desalentadores en lo político y en la confianza del ciudadano de a pie, otro caso es el de Italia que ha sufrido tres elecciones generales en los últimos seis años y “ha estado gobernada por una coalición de centroizquierda desde los últimos cinco años” en los que han pasado tres primeros ministros Enrico Letta, Matteo Renzi y  Paolo Gentiloni.

            Todo cambió con las elecciones generales de 2018,  una coalición de extremos entre el populista M5 Estrellas y el ultraderechista la Liga, colocó a  Giuseppe Conte como primer ministro; se crearon dos categorías de viceministros dándole un poder inusitado a Matteo Salvini, presidente de la Liga.

            En los últimos seis meses, Salvini figura favorecido en todas las encuestas por recrudecer su postura ante la inmigración y  penalizar los rescates en el Mediterráneo, con tales ímpetus decidió romper la coalición de gobierno para forzar otras elecciones generales de cara al otoño; sin embargo, el partido M5 Estrellas logró conciliar posturas con el Partido Democrático (centroizquierda) para formar gobierno manteniendo a Conte en el puesto y salvando a Italia de caer en las garras del fascismo.

A COLACIÓN

            En Italia, señala Miguel Álvarez de Eulate, hay una situación muy peculiar: desde 1945 han habido 66 gobiernos, un ratio de 1.6 gobiernos por año, entonces es parte de su sistema político “fue un fracaso de los grandes partidos de la democracia cristiana”; pero actualmente Italia, añade el presidente de la Fundación de Estudios Estratégicos Internacionales (FESEI),  se está alimentando de temas que son muy sensibles “que necesitan consensos, acuerdos y  negociación dentro de la UE” y no tiene una respuesta efectiva.

Le pregunté en Álvarez de Eulate qué está sucediendo con las democracias europeas cada vez más erosionadas tanto en credibilidad como en incapacidad para formar gobiernos estables: “Hay una primera reflexión: ¿estamos dando respuestas eficaces  a los desafíos actuales y futuros? Yo creo que ese es el origen de lo que está pasando, la sociedad está cambiando y la clase política, el gobierno y los partidos políticos no están dando  unas respuestas eficaces ni eficientes a los  problemas presentes y futuros; de allí viene la crisis de los partidos políticos y las consecuencias que estamos viendo tanto en Italia, Alemania, Francia, en España  de que surgen otros partidos políticos que tienen soluciones mágicas para resolver los problemas que los partidos políticos tradicionales  no logran atender, según la percepción de la ciudadanía”.

            El experto internacional añade  el efecto de la crisis económica: “Las sociedades están sufriendo por  desempleo y por desigualdad. Aquí en España,  en cifras recientes, tenemos umbrales de pobreza severa de un 6.9% o  un 21% de familias con menos de 9  mil euros al año con riesgo de pobreza y exclusión; no solamente en España, sino en Europa, hay grandes problemas  de creación de empleo que no se están resolviendo”.

            Me pareció interesante que dentro del factor social que está minando la fuerza de la democracia en Europa, el presidente de la FESEI, destaca que “ha habido mucha  corrupción en Europa, desgraciadamente la ha habido en nuestro país, también en Italia y en otros países”.

“Yo creo, desde el punto de vista de nuestros análisis, que  falta mucha formación en los partidos políticos ya Michel en 1933 con las oligarquías de hierro advertía que el funcionamiento interno de los partidos políticos no es del todo democrático”.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales



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