Plan Global de Pastoral 2031-2033 (PGP)
“Interpretamos y Juzgamos desde el Acontecimiento de la Redención de Nuestro Señor
Jesucristo y desde el Acontecimiento Guadalupano.”
En la segunda parte del PGP los Obispos de México analizan el acontecimiento de la
redención a la luz de la fe. A su vez el acontecimiento de las apariciones de la Virgen de Guadalupe
y su significado para nuestro país en cuatro interesantes apartados.
a. A 2000 años de la redención. Parte fundamental de la confesión cristiana es
que consideramos a Jesucristo nuestro redentor. El célebre filósofo alemán F.
Nietzsche, nos interpela cuando dice: “Mejores cánticos tendrían que cantarme, y más
redimidos tendrían que parecerme sus discípulos para que yo aprendiera a creer en su
Redentor.” Los Obispos lanzan las siguientes preguntas: ¿Acaso no parecemos ser
nosotros los primeros en confirmar, con nuestra mediocridad y desesperanza, el grito
de quienes proclaman un mundo irredento? ¿Cómo anunciar a Jesucristo Redentor a
un hombre que se concibe autosuficiente, centrado en sus potencialidades? ¿Cómo
hablar de redención a una cultura recelosa de redentores porque dice que ha
encontrado en sí misma la respuesta al deseo de la felicidad? Ante estas interrogantes
los Obispos mexicanos consideran que, en términos generales, el lenguaje con el que
la Iglesia habla de redención, muchas veces, resulta incomprensible, especialmente
para las nuevas generaciones. La llamada crisis antropológica-cultural nos pide
replantear nuestros esquemas de evangelización para el ser humano concreto a quien
estamos llamados a servir; para recuperar una sana visión del ser humano, hemos de
hacer desde la contemplación del misterio de Cristo Redentor.
b. El misterio de la redención. En este apartado los Obispos de México nos
muestran como el acontecimiento de Jesucristo es todo redentor y no se limita
solamente a la entrega de su vida en la cruz:
-La pobreza de espíritu a elección como signo de fortaleza y esperanza, rostro de
cercanía, fraternidad y alegría. Recordemos como Jesús nació en un pesebre en Belén
de Judá al no encontrar posada en la ranchería (Lc 2,7).
-La humildad. Expresada especialmente en el bautismo de Jesús en el Jordán, donde
además expresa su solidaridad con los hombres como redentor.
-Para Jesús, El Reino es la presencia nueva, gratuita, misericordiosa de Dios Padre
amando sin condiciones. El reino como propuesta no tiene excluidos, el Reino llega,
llama e involucra (cfr. Mt 3, 12-37). Los pecadores antes Jesús, experimentan lo que
jamás habían esperado, Dios los acepta, aunque sus manos están vacías. (JEREMIAS
Joachim, Teología del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca 2001, 143). Esta Buena
Noticia produce en las personas una explosión de gozo en el corazón y de aquí surge la
auténtica CONVERSIÓN. Si Dios es Padre de todos, entonces todos somos hermanos.
Que forma más bella de ser feliz que la del corazón de un converso.
-Jesús resume la interpretación de las escrituras para quienes somos discípulos en un
signo de identidad y único criterio de relación fraternal: El Amor. Una persona feliz que
ama a los demás pone en el centro al hermano, al pecador, al pequeño y al que sufre.
-Frente a las autoridades de su tiempo, Jesús nos enseñó a actuar con absoluta
libertad. Cuestionó las leyes para para excluir y someter. Jesús sostuvo que por encima
de cualquier ser humano solo estaba Dios, la fraternidad para ser auténtica, siempre
exigirá relación de respeto e igualdad, e impedirá toda clase de abuso de poder (Mt.
23, 9.11). En la era del reino, la fórmula que Jesús manda para ser feliz es la del
servicio: “el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20, 24-28).
-Jesús murió como vivió, dándose. Es el Amor que vence a la muerte, por eso es
redentor. Así interpretamos la cruz, y es esta cruz la que Jesús nos invita a cargar con
alegría. De esta forma, con libertad y con amor, nos implicamos en la obra redentora y
alcanzamos la propia felicidad y la trascendencia.
-La resurrección y el llamado a ser constructores de paz, más allá de simples hombres
pacíficos, completan el camino de la felicidad propuesto por Jesús.
c. La Iglesia testigo de la Redención. La credibilidad de la redención, de
quienes nos decimos discípulos de Jesús, se juega en el estilo de nuestras relaciones
interpersonales, en el modo en como tratamos a los demás, en lo que el sufrimiento
ajeno nos afecta y nos mueve a la justicia y la misericordia. La celebración de los 2000
años de la redención tendrá que realizarse desde un testimonio firme y creíble, que
responda a la realidad planteada y que refleje la belleza del misterio de la redención
mediante la manera de ser una Iglesia que anuncia y construye la dignidad humana;
ser una Iglesia comprometida con la paz y las causas sociales; ser una Iglesia Pueblo;
ser una Iglesia misionera y evangelizadora; ser una Iglesia compasiva y testigo de la
redención.
d. A 500 años del acontecimiento Guadalupano. En el 2031 estaremos
celebrando los 500 años del Acontecimiento Guadalupano. Los Obispos mexicanos
saben bien que la experiencia de fe del pueblo de México y la consolidación e
integración de la patria son realidades difíciles de comprender si no se leen a la luz de
la cercanía y maternidad de Santa María de Guadalupe. El acercamiento a la nueva
realidad bajo la mirada del misterio de Cristo Redentor y el Acontecimiento de
Guadalupe, nos ha llevado a descubrir un desafío fundamental como Iglesia Católica:
Dios nos está llamando a generar esperanza, a fortalecer y reconstruir una vida
humana más plena para todos sus hijos, especialmente los descartados por estos
fenómenos, una vida que refleje en cada persona a Cristo el hombre perfecto y se
manifieste en condiciones dignas para cada uno.
En mi siguiente participación abordaré la tercera y última parte del PGP: “Actuamos como Pueblo
redimido por Jesucristo, bajo la mirada amorosa de Santa María de Guadalupe”.
Mtro. Manuel Alejandro Flores Pérez
Rector de la UNID Campus Tijuana
Presidente de la Comisión de Educación de Coparmex
Manuelflores1982@gmail.com



