Por la espiral
El próximo 31 de enero no será un día cualquiera pasará a la Historia como la fecha en que Reino Unido dejará de pertenecer a la Unión Europea (UE) tras 46 años de membresía en tan selecto club.
Si quedaba un ápice de dudas o un rastrojo de inquietud que permitía creer que, andado el tiempo, los británicos podrían haberse arrepentido de su resultado mayoritario en el referendo del Brexit (votado el 23 de junio de 2016) ha quedado ya despejado, tras la amplia mayoría absoluta, obtenida por el Partido Conservador.
Para Boris Johnson ha sido una victoria incontestable, sus 365 escaños en Westminster, le dan un poder dorado al superar la mayoría absoluta para poder sacar a su país, sí o sí, de la UE el último día del mes de enero.
Respecto de las elecciones generales de 2017, los tories obtuvieron 48 diputados, para sumar en total 364 escaños en Westminster mientras que los laboristas de Jeremy Corbyn obtuvieron un tremendo batacazo: cedieron 59 legisladores, en 2017 ganaron 262 y este pasado 12 de diciembre, solo obtuvieron 203 curules.
Mientras, Johnson ha sido recibido entre aplausos, vítores y se le ve ya como “el hombre fuerte” capaz de liderar a su país hacia los derroteros de la inminente ruptura planteada desde hace tres años y medio con el resto de los europeos, a Corbyn su tiempo político se le ha terminado.
El amigo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha equivocado en su discurso político-electoral en una campaña accidentada, condimentada con el hartazgo de los británicos, por saberse detenidos y contaminados por un panorama político mojado por una mala gestión en las negociaciones con la UE del acuerdo del Brexit.
Corbyn ha terminado asustando más que el Brexit: en feudos laboristas decidieron darle su voto a Johnson porque el discurso de hoy en día exige voces determinadas y líderes fuertes para decir lo que piensan aunque incluso sea políticamente incorrecto.
El laborista elaboró un discurso nacionalizador, en tiempos equidistantes para pensar en nacionalizar o renacionalizar lo que ya tiene la iniciativa privada… no nos queda ya ninguna duda: los británicos quieren irse de la UE desde el 23 de junio de 2016 y ahora quieren que Johnson los saque cuanto antes sin más dilaciones.
Y que los saque a pesar de todos los análisis agoreros del FMI, de la OCDE, del Banco Mundial, del Banco Central Europeo, del Consejo Europeo y por supuesto, del Banco de Inglaterra que advierte de un achicamiento de la economía británica tras el abandono del mercado común.
Pero no importa, son los tiempos que soplan a favor del proteccionismo, la unilateralidad… los demonios están sueltos y las brujas en el aquelarre despiertan sentimientos en contra de la migración y del diferente. Sí, estamos en el siglo XXI.
Sigue instalada en la psique del británico promedio maduro y mayor (sin importar el segmento económico ni siquiera ideológico-político) que el enemigo a vencer es la migración, se han tragado el paripé de los últimos años que culpa a la inmigración de todos sus males, entre éstos, el colapso del sistema nacional de salud (NHS, por sus siglas en inglés) sostenido con alfileres.
A COLACIÓN
Se ha votado por darle un portazo a la UE, del otro lado del Atlántico lo celebra eufórico Donald Trump; el presidente norteamericano promete el limbo de los tratados comerciales a su contraparte Johnson “lo no visto” hasta ahora.
Curiosa cosa, se van hastiados del cónclave europeo para caer ahora en la garra de los estadounidenses, a los que les sobra escozor cuando se trata de proteger a sus productores locales.
Ya veremos con el tiempo en qué desemboca este viraje histórico si bien no hay que olvidar que Reino Unido navega en el océano de la globalización con sus propias anclas pesadas: los escoceses, el Partido Nacional Escocés (SNP) salió fortalecido al quedarse con 48 de los 59 escaños. El mandato es claro: los escoceses quieren un segundo referendo para irse de Reino Unido.
También está la situación en Irlanda Norte, allí hay otros demonios nacionalistas que amenazan con despertar y devorarse los acuerdos de paz de Viernes Santo. El 23 de junio de 2016 no solo se votó el Brexit en Reino Unido, se ha votado un cambio de Era cuyas dimensiones terminaremos conociendo antes de 2030.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales.