Respeto, indispensable para la convivencia pacífica.
El respeto hacia todas las creencias religiosas constituye uno de los principios
indispensables para la convivencia pacífica y el cese de conflictos por motivos
religiosos. Las democracias que se precian de serlo, incluida la nuestra, sólo
podrán operar de manera efectiva si somos capaces de construir una cultura de
respeto hacia las convicciones y modos de vida distintos al propio.
El verdadero problema para el logro de la mencionada convivencia en un mundo
con alta diversidad religiosa es la exaltación de un credo sobre los demás, una
situación que ha generado innumerables conflictos a través de los siglos:
cruzadas, guerras de religión y el establecimiento de inquisiciones: la medieval, la
italiana (Santo Oficio) y la española.
Hoy por hoy, personas bien intencionadas -eso creo- proponen el ecumenismo
como camino hacia la paz y solución de los problemas que producen las
diferencias religiosas. El camino, en mi opinión, no es el ecumenismo que
promueve el diálogo interreligioso, sino el respeto absoluto a la forma de creer de
las personas, independientemente de que dichas creencias sean desdeñadas por
la intolerancia religiosa que, a pesar de las acciones en su contra, de las leyes
creadas para suprimirla, y de lo que disponen los tratados internacionales de
derechos humanos, se niega a desaparecer.
El problema es que de un tiempo a la fecha resulta complicado encontrar en
nuestro entorno social respeto hacia las convicciones religiosas de los demás. Lo
que sí encontramos con frecuencia son grupos y personas que, a la usanza
medieval, continúan negándose a admitir que los seres humanos tienen derecho a
pensar, creer y decidir libremente.
Me remonto a la Edad Media porque en ese periodo histórico brilló por su
ausencia la cultura de respeto que aún no acabamos de construir, razón por la
cual seguimos anhelándola. Cualquier persona que haya estudiado lo acontecido
en ese tiempo sabe que la intolerancia religiosa de aquella época tenía el
propósito de suprimir la competencia de grupos religiosos como los cátaros y
valdenses, a los que la Iglesia de Roma veía como una amenaza, y a quienes
calificó como herejes y enemigos de la fe.
A pesar de que nos separan varias centurias del medievo, que se caracterizó por
su arraigado oscurantismo y superstición, el violento rechazo a la diversidad
religiosa continúa siendo un problema que, por su magnitud y gravedad, reclama
soluciones jurídicas urgentes. Para lograrlo es necesario el involucramiento de
todos los sectores de la sociedad, los cuales deben ignorar las voces intolerantes
que irresponsablemente dicen: que resuelvan el problema quienes lo sufren.
Esto no cabe en un país como el nuestro, donde la Secretaría de Gobernación
tiene registradas 9 mil 358 asociaciones religiosas, una cifra que deja en claro que
“México tiene una gran diversidad religiosa formada por minorías que enriquecen a
la sociedad y van creando una sociedad multicultural donde la mexicanidad crece”,
tal como lo señala la presentación de la encuesta Enadis 2012.
Por esta multiculturalidad, el combate a la discriminación e intolerancia religiosa
debe continuar con firmeza en el ámbito de las leyes, pues sólo éstas pueden
contribuir de manera significativa a la disminución de males como el creciente
discurso de odio en redes sociales y medios de comunicación.
Apoyemos decididamente el quehacer de los promotores y defensores de las
libertades fundamentales, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH), que a principios de julio “ordenó a las secretarías de Educación de los 32
estados medidas cautelares para proteger a los creyentes de la iglesia La Luz del
Mundo”, quienes han sido blanco del discurso de odio desde la detención del
apóstol Naasón Joaquín García en California, Estados Unidos.
La CNDH pidió, en concreto, “que se implementen, en coordinación con las
autoridades educativas de cada entidad federativa, las acciones y medidas
necesarias para prevenir, evitar y, en su caso sancionar, todo acto de perjuicio,
discursos de odio y/discriminación en contra de los niños, niñas, adolescentes y
creyentes de La Luz del Mundo en todos los planteles educativos, desde inicial
hasta educación superior, tanto en los planteles públicos como en los privados”.
A pesar de estas medidas cautelares, y de las acciones que han realizado las
comisiones estatales de derechos humanos para evitar discriminación contra los
fieles de La Luz del Mundo, este tipo de casos se siguen dando en varias partes
de México y el mundo.
Ejemplo de lo antes dicho es que, en el desarrollo de la Santa Convocación 2019,
que reunió a más de 600 mil fieles en la ciudad de Guadalajara, se presentaron
varios casos de discriminación: camiones apedreados, bardas pintarrajeadas
durante la caminata Juventud con Valores, con el propósito de incriminar a los
jóvenes que participaron en esta actividad, que reunió en el centro de la Perla de
Occidente a más de 150 mil jóvenes presentes en la festividad más importante de
esta asociación religiosa.
Twitter: @armayacastro