Sociedad y derecho

Parece mentira que en pleno siglo XXI aún exista discriminación y violencia en contra de las mujeres

Fue apenas en 1953 (hace menos de 70 años), que las mujeres en México obtuvieron por primera vez, el ejercicio pleno de sus derechos ciudadanos, al permitírseles emitir su voto. Lo que significa que antes de eso, eran consideradas por nuestro marco jurídico, como ciudadanas de segunda categoría, por el sólo hecho de su genero.

Considerar a la mujer inferior al hombre, suena por demás bizarro y troglodita, casi como si se tratara de una mala novela de ficción. Sin embargo, por increíble que parezca, sigue siendo una realidad. Hoy en día, las mujeres continúan teniendo grandes obstáculos para desarrollarse profesionalmente y acceder a altos puestos directivos, lo que se ve, principalmente en la iniciativa privada.

Es un hecho de la naturaleza que la mujer y el hombre tienen diferencias sustanciales, pero ello no debe implicar que estas distinciones otorguen superioridad y ventajas a unos respecto de los otros.

Precisamente por estas diferencias naturales, que en definitiva suponen desventajas considerables para la mujer en nuestra sociedad, es que resulta imperativo, urgente y brutalmente necesario que se les dé a ambos géneros un trato equitativo, para llegar al ideal de igualdad de oportunidades en todos los aspectos, tanto políticos, laborales, económicos, sociales, culturales y familiares.

Por si fuera poco, además del menosprecio milenario que se le ha dado a la mujer en toda la historia de la humanidad, ellas tienen que enfrentar, en el día a día, acosos, comentarios misóginos y violencia de parte de los hombres, siendo el más grave sin duda, el delito de “Feminicidio”, calificado éste como: “El asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer”.

La marcha del pasado lunes 25 de noviembre en Ciudad de México, en la que las valientes mujeres y algunos hombres sensatos, se manifestaron en contra de la violencia de género y los feminicidios en el país, no es otra cosa sino un grito desesperado de auxilio, dirigido tanto a nuestras autoridades como a la sociedad misma, exigiendo la terminación del trato machista y violento en su contra.

En tanto no haya un verdadero tratamiento real y auténtico de equidad en las leyes y en la sociedad, que se traduzca en oportunidades objetivas de igualdad, las mujeres seguirán siendo un grupo vulnerable, quedando por ello obligadas todas las autoridades, de todos los rangos gubernamentales, a tomar en cuenta su especial contexto al atender y resolver controversias y situaciones relacionadas con ellas.

En México, mucho en parte a la educación y cultura ancestral machista de la que hemos sido objeto, y actores, no hemos acabado de asimilar que la mujer es igual de valiosa y capaz que el hombre, sin que su género implique desventajas ni impedimentos para que se desarrolle con éxito plenamente en cualquier ámbito, lo cual es absurdo e irracional, y limita a nuestro país a alcanzar su madurez como nación democrática.

Como siempre un placer saludarlo, esperando que estas pocas letras hayan sido de su agrado y sobre todo de utilidad ¡Hasta la próxima!



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