-¿Odio hacia la democracia?

POR LA ESPIRAL

En el último par de años, la figura de Emmanuel Macron ha desdibujado la paradoja actual de buena parte de la élite europea en el poder: su imposibilidad de llevar a cabo sendas reformas estructurales prometidas al calor de las campañas electorales pero que en la práctica se han visto truncadas bien porque no cuentan con el apoyo parlamentario necesario o porque el clamor ciudadano desbordado en las calles lo ha impedido.

            El delfín del Elíseo representa al político promedio europeo, de brío joven, impetuoso, sin una dilatada carrera política, buen orador, pragmático y a veces catapultado a la gran escena nacional de primer nivel gracias  a una  organización nueva que nada tiene que ver con los partidos tradicionales de toda la vida.

            Macron llegó al Elíseo debido  a un movimiento emergente en las redes sociales así nació En Marcha en 2016 y que un año después ya con la sorpresa de haber obtenido la victoria electoral pasó a convertirse en La República en Marcha definido de ideología socioliberal y con la intención de coadyuvar a la renovación de la vida política.

            Ha sido el desengaño, la corrupción, la incapacidad de cumplir las promesas electorales, la decepción de un grueso de la ciudadanía europea la que ha ido prohijando la formación de movimientos sociales espontáneos que después transmutan en plataformas y finalmente en partidos políticos capaces de competir por captar el voto.

            Pasó también en Madrid con el movimiento denominado 15-M cuyo origen embrionario emanó de las redes sociales, éste surgió en Facebook con colectivos organizando quedadas convocadas en las plazas públicas de varias ciudades españolas en febrero de 2011.

            Miles de indignados concentrados protestando por lo mismo prendieron la mecha para que después de una gran convocatoria, el 15 de mayo de dicho año, naciera una plataforma aglutinante de diversos colectivos –algunos antisistema- todos con la intención de hacer una democracia más participativa alejada del binomio del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

            De las protestas en las rúas, a la conquista de varias alcaldías, eso fue posible con  la  conformación de varios partidos políticos, como Podemos  (2014) ubicado en el espectro de la extrema izquierda declarado enemigo de los empresarios y de los banqueros; es más, recién formado consiguió cinco eurodiputados.

            Otros como Ahora Madrid presentaron una candidatura a las elecciones municipales con Manuela Carmena, una jueza jubilada, septuagenaria y desconocida para la mayoría; la sorpresa para todos es que una outsider  ganó la alcaldía de Madrid  (desde junio de 2015 hasta junio de 2019).

A COLACIÓN

            Sin embargo, estos fenómenos sociológicos y políticos, también han ido desinflándose como ese globo que pierde presión y volumen conforme pasan los días.

El mandatario galo ha pretendido hacer de Francia la capital del cambio climático, empero,  no ha podido acelerar la transición deseada hacia la descarbonización de la economía penalizando además a los que más contaminan.

            La misma calle se lo ha impedido… esa misma que en un año de protestas rabiosas le exige su dimisión, que ruede su cabeza, porque sienten que Macron también les ha fallado. Aunque no pertenece al viejo esquema político tradicional.

            El índice de confianza hacia Macron es de 23 puntos y bajando, en los últimos meses lleva una caída estrepitosa en su popularidad en la medida que los chalecos amarillos sostienen un pulso rabioso contra su política de gobierno.

            ¿Por qué Macron representa la paradoja del político europeo actual? Porque la misma calle que lo encumbró lo quiere ahora políticamente decapitado, los movimientos transversales quieren cambios visiblemente rápidos y que generalmente favorezcan sus demandas sociales.

            Para Dominique Schnapper, el presidente francés terminará siendo “víctima de eso que se llama un odio hacia la democracia” una destrucción provocada por un movimiento transversal que rechaza la autoridad, las distinciones y las competencias.

            “La democracia está en crisis, y los extremos se están beneficiando como si fuese una enfermedad, para ellos solo existe el igualitarismo extremo; todo surge por una enorme frustración alimentada por la mediocridad y también por la demanda de justicia social”, señala la escritora gala.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales



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