Miami Spice: la experiencia foodie que da sabor al verano

EAST Miami encabeza el festival culinario con experiencias que combinan fuego, altura y sofisticación

Miami Spice: la experiencia foodie que da sabor al verano
Por: EL MEXICANO | 08/05/2025

Agosto en Miami se vive distinto. Es cuando la ciudad demuestra que es mucho más que sol, arena y mar, shopping o una de las mejores vidas nocturnas del mundo. En agosto, Miami nos enseña que el verano también puede vivirse desde una buena mesa: sabores que se piensan y no solo se disfrutan, como una cucharada de helado con notas de flor de sal, servida en lo alto de una ciudad que no sabe quedarse quieta.

Miami Spice, uno de los festivales culinarios más esperados del verano, es mucho más que una celebración gastronómica.

Es una invitación colectiva a recorrer la ciudad a través de su cocina. Durante dos meses, los mejores restaurantes se convierten en anfitriones de una experiencia curada que no solo se trata de comer bien, sino de entender de qué está hecha la escena culinaria local: fuego, técnica, contraste, riesgo.

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En el corazón de ese recorrido —literal y simbólicamente— está EAST Miami. No solo por su ubicación en Brickell, sino porque en sus tres conceptos gastronómicos se despliega una narrativa completa: el fuego como origen, la altura como ritual, el silencio como sofisticación.

Todo comienza con Quinto, una oda contemporánea a la cocina latinoamericana a las brasas. Durante Miami Spice, su propuesta es tan precisa como generosa: platos que encuentran en el humo y en los ingredientes de temporada una forma de reinterpretar el confort. Desde una milanesa de NY strip con burrata hasta una pesca del día con coliflor y cranberry, la cocina no busca impresionar con exceso, sino con equilibrio e intención detrás de cada sabor.

Por primera vez, este año Sugar, el rooftop más emblemático de Miami, se suma al festival. Su propuesta es una celebración de la cocina asiática reinterpretada con el carácter tropical de la ciudad: platos para compartir, cocteles con técnica de laboratorio, y una atmósfera que equilibra energía con contemplación. Comer aquí no es solo un plan: es un statement. Como el Avocado Crispy Rice —arroz crujiente con aguacate, kalamansi y shiitake— fresco, cítrico, con un crunch que enamora desde el primer bocado; o la Wagyu Picanha, con salsa verde estilo Singapur y toque de cacahuate: jugoso, moderno y adictivo. La coctelería también es imperdible, con creaciones como Can´t Stay Forever (gin, guayaba, limón) o Old Reliable (ron añejo, plátano deshidratado, vermut dulce, licor de café), desarrolladas en el Bar Lab, el laboratorio de innovación líquida del hotel, donde se experimenta con infusiones sous-vide y clarificación por centrífuga.

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En el nivel más alto del hotel, Tea Room ofrece otro tipo de experiencia. Lejos del bullicio, en un espacio íntimo que mira a la ciudad desde el piso 40, se sirve un Night Brunch de cinco tiempos con inspiración asiática. Entre sus platos, el Crab Rangoon —relleno de cangrejo azul, queso crema y mostaza de coco— marca el tono del menú: una bomba cremosa con final cítrico, servida como aperitivo pero con la autoridad de un plato principal.

Todo sucede sin pretensión: los sabores llegan como capas, los platos se suceden como escenas, la coctelería acompaña sin distraer. Aquí, el tiempo baja la velocidad.

En un momento donde el destino ya no es solo geográfico, sino sensorial, Miami Spice se convierte en una forma de viajar sin mapa. Y en EAST, cada experiencia es un punto cardinal. Para quienes entienden que el verano no solo se vive: también se sirve.

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