G7 desaceleración a la vista

Por la espiral

Esta edición del G7, del 24 al 26 de agosto, acontecerá en

circunstancias mucho más críticas, queda para la memoria la foto de la

encerrona que la canciller germana Angela Merkel propinó el año pasado en

Quebec a su homólogo estadounidense, Donald Trump, empecinado en no

signar el documento final porque para él lo del cambio climático “es un cuento

chino”.

A Biarritz, Francia los países miembros de este selecto club como son

Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Alemania, Reino Unido e Italia

llegarán sumidos en una vorágine que los fagocita por dentro.

Si el decenio de los ochenta del siglo pasado fue calificado por la

CEPAL como “la década perdida”, desde 2008 hasta la fecha hay varios países

desarrollados e industrializados que están experimentando su particular

década perdida.

Lo que antes se criticó acérrimamente en cuanto a los polos de

desarrollo, crecimiento e industrialización como economías inclusive más

democráticas e igualitarias están convirtiéndose en proyectos abortados; ya no

son las economías subdesarrolladas las que hacen un círculo vicioso imposible

de romper.

Japón fracasó como potencia desde finales del siglo pasado, la que se

creía sería una potente economía que terminaría desplazando al eje

concéntrico del capitalismo industrial norteamericano hacia Asia, quedó en una

franca quimera.

La nación nipona orbita dentro de su propia problemática interna como si

pagase un karma maldito del que no puede escapar para tener crecimientos

económicos estables superiores al 4% sin problemas de endeudamiento ni de

inflación

Sin embargo, son las economías europeas las que arriban en peor

situación, y aquí la pregunta en ciernes es si esto es culpa de un agotamiento

del modelo integracionista europeo que ya no puede más y tras 60 años

sumando puntos en su unificación ha llegado el momento de extinguirlo.

A COLACIÓN

¿Cómo llegan las democracias europeas más selectas del G7? Hechas

un desastre, Italia ayer martes su primer ministro Giuseppe Conte avisó al

Senado que presentará su dimisión al presidente Sergio Mattarella.

Italia se está desgajando internamente, primero por su crisis económica

arrastra una recesión técnica desde los últimos meses del año pasado, en el

primer trimestre de 2019 logró un crecimiento marginal del 0.1% del PIB y su

pronóstico no es halagüeño para el año en curso.

A la desaceleración contribuye el ambiente político interno la coalición

de gobierno imposible entre partidos de polos extremos ha terminado

rompiendo la alianza con un Matteo Salvini, ministro del interior, crecido en las

encuestas electorales y deseoso de convertirse -con su discurso del odio y del

miedo- en primer ministro de Italia. El primer fascista en gobernar desde Benito

Mussolini.

Después está Francia, la sede del G7, el mandatario galo Emmanuel

Macron detiene con pinzas su poder desde el Elíseo ante la creciente amenaza

social de los Chalecos Amarillos a los que ha hecho una serie de concesiones

pero éstos siguen sin dejar de protestar. La economía gala ralentiza

igualmente.

Alemania es quizá la que más angustia, sobre todo porque es la

locomotora de la Unión Europea (UE), la canciller Merkel no se encuentra bien

de salud, aunque intenta disimularlo asegurando que no pasa nada, ha

aminorado sus apariciones públicas y prácticamente, Macron está

encargándose de liderar los nuevos proyectos del club europeo.

Los lamentables temblores inusitados de Merkel también son en sentido

figurado un estado de la economía germana temblorosa y afectada por la

guerra comercial entre Estados Unidos y China a tal grado, que el Bundesbank

ha alertado de que la economía germana entrará en recesión técnica en el

tercer trimestre de este año. De abril a junio, su PIB cayó 0.1 por ciento.

Después está Reino Unido y su aterradora historia del Brexit que ya

provocó la dimisión de Theresa May defenestrada y vapuleada por su propio

Partido Conservador; los reflectores de la reunión apuntan hacia Boris Johnson

el nuevo clon británico de Trump quien ha advertido que saldrán de la UE el

próximo 31 de octubre y lo harán a como dé lugar.

Los inversores y empresarios llevan desde junio de 2016 con la historia

de la ruptura, cansados y enteleridos anímicamente como lo están millones de

ciudadanos y residentes en Reino Unido, finalmente han hecho sentir su temor

en la economía británica que se contrajo un 0.2% de abril a junio; es la primera

vez que el PIB cae en siete años… aunque el desastre podría ser mayúsculo

de confirmarse una salida desordenada y dura. En conclusión: los países ricos

europeos del G7 están hechos un lío.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo

económico y escritora de temas internacionales



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