Hiperrealismo
La semana pasada, en uno más de sus sorpresivos mensajes distractores, el presidente López Obrador advirtió a los mexicanos sobre los efectos negativos que los videojuegos pueden producir en la conducta de los más jóvenes. No es cosa nueva escuchar este tipo de señalamientos. Establecer si las series de televisión, las películas y los videojuegos son causa o consecuencia de un mundo cada vez más violento, puede ser tema para una interminable discusión.
Hace no mucho tiempo, un especialista en asuntos policiales me comentaba que los contenidos violentos e hiperrealistas de las plataformas audiovisuales de hoy en día no hacen otra cosa que preparar a las nuevas generaciones para enfrentar el medio en el que tendrán qué desenvolverse. Es una posibilidad.
Lo cierto es que, por lo que vemos y escuchamos cotidianamente, la realidad supera por mucho a la ficción, así que lo más práctico es estar atentos a lo que ocurre en nuestro entorno, evitar exponernos a situaciones peligrosas y exigir a los gobernantes acciones contundentes para sacar a los generadores de violencia de las calles y encerrarlos en donde les corresponda estar, ya sean cárceles o centros de atención psiquiátrica. El Nintendo qué.
En México, la justicia no pasa de ser una palabra más del diccionario. El pueblo bueno, la gente de bien, está a merced de quienes -por la razón que sea- han perdido valores, empatía y amor al prójimo, llámense sicarios o funcionarios públicos insensibles, incapaces o corruptos.
Es cierto que los problemas de inseguridad y violencia han venido creciendo durante las últimas décadas, pero de nada ha servido esa estrategia extravagante de responder con abrazos para recuperar la paz, como tampoco se alcanza el bienestar social otorgando becas y agitando un pañuelo blanco.
Hace un par de días, los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y Alemania advirtieron a sus ciudadanos que viajar a México puede ser una decisión de alto riesgo. Les explican que la mitad del país está inmerso en una sangrienta anarquía impuesta por grupos criminales. Suerte que tienen los extranjeros, ellos pueden optar por venir o buscar otro destino más seguro, el problema es para los mexicanos.
Algunos pensarán que en Baja California estamos menos mal que en Tamaulipas o el Estado de México, pero según cifras oficiales, las que arroja el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el estado aparece entre los que presentan mayor número de delitos denunciados por cada 100 mil habitantes: homicidio doloso, feminicidio, secuestro, extorsión, robo a casa habitación y vehículo.
Pensando en el futuro inmediato, el que estará en manos del nuevo gobierno, el desarrollo económico del estado debe ser un asunto prioritario, sin duda; modernizar la infraestructura requerirá de buenos proyectos y una gestión efectiva de recursos, pero el mayor de los retos está en reducir la violencia y la inseguridad.