Humanidad

Encrucijada electoral
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En México los ciudadanos han estado expuestos durante muchos años al engaño y manipulación de políticos. El PRI en su constitución, con sus dos nombres anteriores, aglutinó a los caudillos posrevolucionarios y a los grupos y partidos locales que hacían difícil la conducción del país, lo que le generó congruencia al triunfo de la revolución.

Finalmente ese acuerdo se consolidó, además de asegurar que la presidencia estuviera siempre a cargo de un civil y las fuerzas militares leales a ese liderazgo institucional. A partir de entonces, la época dorada produjo la creación de grandes obras públicas y sólidas instituciones, aunque también la normalización de la corrupción y el fraude electoral.

El avance de la democracia fue verdaderamente difícil, con partidos de oposición débiles, excepto el PAN, que durante muchos años fue un sólido contendiente del gobierno, aunque sin triunfos efectivos, pero perseverante en su propósito.

Finalmente, no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue; la escisión vino dentro del propio PRI-Gobierno, con Cuauhtémoc Cárdenas como corriente crítica y enseguida formando un partido con gente de dentro y fuera del propio PRI, hasta crear el Frente Democrático Nacional.

En paralelo, la presión internacional y la dinámica globalizadora de la economía, obligaron a México a abrir las puertas a la democracia, con Ruffo Appel en Baja California en 1989 y Carlos Salinas en la presidencia del país. Además de la presión internacional, Salinas necesitaba reivindicarse y justificarse ante todos por su cuestionado triunfo electoral frente a Cuauhtémoc Cárdenas, quien ganó las elecciones y el sistema no le reconoció la victoria.

Ese entorno obligó a cambiar las reglas electorales y cada vez más permitir acceso de la oposición a cargos de elección popular. La convicción generalizada de los ciudadanos, de vivir en un país corrupto, convertida esa práctica en algo común, generó el caldo de cultivo que finalmente permitió el arribo de Vicente Fox a la presidencia de la república.

Durante doce años los electores le dieron la oportunidad a un partido distinto al que gobernó durante setenta, con la promesa de cambiar las cosas. La administración de las finanzas públicas y la administración en general fueron correctas, pero las prácticas corruptas no se acabaron y los votantes regresaron con el PRI de Peña Nieto, una figura fresca que prometía consolidar la esperanza de México.

En materia macroeconómica, con las reformas estructurales el gobierno asentó correctamente las bases de un país moderno y eficiente; sin embargo, la corrupción no solamente continuó, sino que fue escandalosamente ejecutada. El propio Peña persiguió y encarceló a algunos, pero fueron muchos más los delincuentes en los cargos públicos, sobre todo los gobernadores, los que hasta la fecha están cayendo uno a uno.

En este contexto, durante los últimos tres sexenios, Andrés Manuel López Obrador, actual presidente de México, denunció y luchó tenazmente por acabar con la corrupción, logrando un contundente triunfo en 2018. Al amparo de la enorme figura del candidato presidencial, todos los candidatos a diferentes posiciones electorales resultaron triunfadores, excepto Guanajuato. Al año siguiente la estela del triunfo de López Obrador alcanzó a cubrir a todos los que participaron electoralmente, obteniendo triunfos inobjetables, siendo el caso de Baja California.

El próximo año, todos los que pretendan contender a diferentes puestos de elección popular, estatales y federales, irán sin la figura del presidente de México. Tendrán que medirse frente a sus propias acciones, los que pretendan la reelección; los ciudadanos de Baja California son críticos y selectivos, quienes hayan actuado bien y con evidencia, obtendrán la ratificación, pero quienes rompan las reglas de la administración, pensando que por su sola figura podrán hacer cualquier cosa sin consecuencias, sufrirán las consecuencias electorales.

Los electores están en una encrucijad: le dieron la oportunidad de la alternancia al PAN, le devolvieron la oportunidad al PRI, se la quitaron nuevamente y hoy se la dieron al presidente López Obrador, pero los demás deben tener cuidado. El fenómeno electoral que envolvió al presidente, no se trasmite de manera automática a todos los demás, muchos, sin él, no hubieran ganado. No se debe poner a los electores en un callejón donde solamente les queden los independientes…



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