Sociedad y Derecho - Timidez y encanto
Eres brisa que apenas roza,
voz que duda en medio del coro,
una sombra que se acurruca
cuando el mundo exige oro.
Vas vestida de silencio,
de miradas que se esconden,
de palabras que se enredan
antes que el valor responda.
Tu paso es un hilo de viento,
que se aleja sin ser oído,
aunque el alma arda por dentro
como fuego no encendido.
No temas si a veces tiembla tu voz,
si dudas del paso o del rumbo feroz.
La sombra que nace en tu propio reflejo
no es un enemigo, es solo un espejo.
Te sientas en cada esquina
donde el miedo se disfraza,
con las manos entrelazadas
y la esperanza, casi en pausa.
Inseguridad, tímido velo,
que cubres el alma en su frágil anhelo.
Eres la señal de un corazón vivo,
que aún teme al abismo pero sigue activo.
No eres fracaso, ni error disfrazado,
sino un mensajero de lo no sanado.
Un faro que avisa, con tímido alarde,
que aún queda una historia por contarte.
Abraza tus miedos, no huyas del llanto,
que el alma también se hace fuerte en su encanto.
La duda no mata, ni el miedo condena,
lo que sí te encierra es no dar la pelea.
Camina insegura, si así lo precisas,
la firmeza a veces se halla en las risas
que brotan sin juicio, sin meta, sin prisa,
cuando el alma cansada por fin se desliza.
Pero aún en tu susurro
hay un grito que germina,
una flor que rompe el muro,
una luz que no termina.
Cuando el miedo ya no se presente,
recuerda que un día fue quien te hizo fuerte
haciendo palpable el valor que vivía en tu centro,
aunque no lo vieras al mirar por dentro.
No eres debilidad, no eres fallo,
sólo un alma que se cuida,
que espera el momento sabio
para lanzarse a la vida.
Y vendrá —no lo dudes—
el día en que alces tu canto,
y la timidez que hoy te cubre
será historia... y será encanto.
Como siempre un placer saludarlo, esperando que estas pocas palabras hayan sido de su agrado y, sobre todo de utilidad ¡Hasta la próxima!




